11 de agosto de 2024
Mester de progresía
11 de agosto de 2024
Mester de progresía
Muchas y variadas son las etiquetas con las que la izquierda woke nos deleita todos los dias a aquellos a quienes nos incluyen en eso que denominan "fachosfera": fascista, racista, neonazi, retrógrado, xenófobo, franquista... Esa manía de tildar de manera insultante a todo lo que se les opone es especialmente significativa porque implica su nula disposición al debate sosegado y razonable, cosa de la que luego gustan de presumir.
Por supuesto, con ese amplio dispositivo de medios del que disponen, acaban por convertir cualquier mentira en realidad a puro de repetirlo cuantas veces haga falta. Ejemplos tenemos para todos los gustos: que si el cambio climático es culpa nuestra, que si el feminismo es igualdad, que si la Leyenda Negra es verídica, que si el aborto es un derecho...
Desde luego, uno de los insultos que menos nos deberían de afectar es el de cavernícola, figura que en aquella lejana prehistoria tan diferente a esta sociedad actual, se dedicaba a pasar el día pensando en la manera de evolucionar y avanzar luchando contra todos elementos. Dicho de otro modo, a mejorar en su quehacer diario, pero haciéndolo de una manera en la que no se andaban con remilgos si de lo que se trataba era de asestar garrotazos a discreción si la tribu se hallaba en peligro. O sea, una figura radicalmente opuesta al progre occidental actual que parece caminar directamente hacia atrás so pena de convertirse en asno, dicho esto, desde el máximo respeto al animal.
Un ejemplo muy claro: la manera en que esta sociedad de ofendiditos y blandengues afronta la cuestión migratoria y la seguridad, o mejor, la falta de la misma, es un continuo dislate. La imagen que mejor retrata este esperpento sucedió hace unos meses en la localidad alemana de Mannheim. Un tipo de origen innombrable armado con un cuchillo, la emprendió a cuchilladas, valga la redundancia, contra los asistentes a un mitin "ultra". Sorprendente e increíblemente un policía se abalanzó no contra el agresor, sino contra el agredido, impidiéndole defenderse, momento en que el criminal aprovechó para causar heridas al policía, que finalmente fueron mortales.
Desgraciadamente no es una excepción. No son pocas las veces en las que se ha demostrado que para este sistema que todo lo controla, por encima de la vida y la seguridad, está la "diversidad" y la "inclusión". Muchos recordaréis aquel "estreno inclusivo" durante la Nochevieja de 2015, en cuya celebración se produjeron decenas de casos de abusos sexuales, robos y violaciones en varias ciudades alemanas, principalmente en Colonia, sucesos estos que de no haber existido las redes sociales, jamás nos hubiésemos enterado. Todo, repito, por la inclusión y la diversidad.
En el caso de las niñas inglesas, Bebe, Elsie y Alice, asesinadas recientemente, asistimos perplejos e indignados a ver cómo la mayor preocupación de las autoridades británicas no es la detención de todos aquellos sospechosos o reincidentes que puedan suponer un riesgo para las personas sino toda una caza de brujas y la consiguiente detención de todos aquellos activistas británicos que se están manifestando en contra de la creciente inseguridad, imponiendo un sistema de reconocimiento facial para así tener controlados a todos los que plantan cara a esa inclusión y diversidad que resulta especialmente dañina al autóctono.
Inclusión y diversidad, palabras que la progresía ha convertido en mantras absolutos, dentro de una monumental estrategia de manejar el lenguaje para así ejercer un mayor control de las personas. Bueno... eso cuando les interesa: final olímpica de baloncesto masculino entre Estados Unidos y Francia disputada ayer mismo. ¿Ustedes vieron diversidad por algún lado? Un servidor, en absoluto.
Lo más ridículo de todo es cuando el sistema se pone en versión "segurata". Todos aquellos que hayan cogido un avión en estas fechas de vacaciones habrán comprobado los estrictos controles que hay para ir de un país a otro, donde debes dejar fuera comida y bebida por seguridad, dejar que registren tus pertenencias por seguridad, tener que quitarte hasta el cinturón o una medalla olímpica al cuello para pasar el control, por seguridad, etc.
Eso sí, mañana mismo el principal líder de cualquier facción terrorista subsahariana quiere entrar a Europa y no tiene más que ponerse unas bermudas y abrazar un bebé dentro de una patera y desde el momento en que alguien a sueldo de Soros lo encuentre, que curiosamente lo encontrará, no va a tener control alguno, ni necesitará DNI, y si se descuida, se llevará hasta un abrazo. En fin, las cosas del "Mester de Progresía".
No quería dar por concluido el editorial de esta semana sin hacer mención al nuevo episodio esperpéntico que se ha montado en relación a Puigdemont. Coincido con Reverte en que no se trata de una chapuza sino precisamente de lo contrario, de algo premeditado y pactado, de la misma manera que cuando huyó a Bélgica estando Rajoy al mando. No cabe ninguna duda de que el independentismo lleva haciendo desde la instauración del actual régimen, exactamente lo que se le consiente.
La España de Pedro Sánchez es un insulto a la inteligencia, un continuo sainete donde políticos, jueces y cuerpos y fuerzas de la seguridad y del estado están a lo que digan los que mandan, burlándose de la ley y del estado de derecho, pisoteando esa "Constitución" que a diario comprobamos solo sirve para rellenar temarios para opositores y con una Jefatura del Estado absolutamente tibia y servil que durará en el trono hasta que Sánchez y quienes le manejan, decidan que así sea.
José Luis Morales