28 de enero de 2024
El despilfarro público
28 de enero de 2024
El despilfarro público
Se publicaba en los medios esta misma semana, que Jenni Hermoso, la futbolista a la que Rubiales elevó a los altares del feminismo woke por el "pico" más famoso del mundo, había cobrado nada menos que 25.000 euros por aparecer en el programa de RTVE que retransmitía desde la Puerta del Sol madrileña la bienvenida a este nuevo año.
No son pocos, obviamente, quienes no han tardado en manifestar lo bien que la futbolista ha sabido rentabilizar tamaña "agresión", si bien es cierto que a nivel personal, tengo la impresión de que alguien la maneja a su antojo desde aquel día. Pero no son únicamente los emolumentos obtenidos por la "Jenni" los receptores de esta editorial, sino en líneas generales el vergonzoso despilfarro de dinero del que hace gala un ente público como RTVE.
Lo verdaderamente grave del asunto no son los 25.000 euros que se ha llevado Jenni Hermoso, ya que, habida cuenta de que sus dos compañeros de balcón han recibido la misma cantidad, la retransmisión del mismo nos ha costado a los contribuyentes la nada despreciable cantidad de 75.000 euros de dinero público, solamente en concepto de pago por la aparición de esos tres personajes en el balcón unos minutos, al margen de todos los demás gastos que implica la retransmisión de dicho acontecimiento, que no son pocos. ¿Acaso no nos recuerda el refranero popular que dos son compañía, pero tres son multitud?
No hay que ser un lince para imaginar que semejante despilfarro no constituye una excepción, sino precisamente la regla en una España donde el becerro de oro que soporta el dinero público anda cogido por la cornamenta por un derrochador compulsivo como Pedro Sánchez quien a su vez es simultáneamente cogido por sus partes más íntimas, por toda una corte de mangantes que a cambio de mantenerlo en el poder son capaces de pedir hasta por diente colocado bajo almohada, si se tercia y vislumbran la ocasión de aumentar la pasta recibida.
Con semejantes gestores en la poltrona, el despilfarro de parné público constituye toda una forma de vida. Pero no solo se despilfarra en RTVE, a través de paguitas o por la vía de la subvención de todo tipo. Si existe en nuestro régimen un Gargantúa cuyo apetito insaciable lleva devorándonos las entrañas durante décadas, es el famoso Estado de las Autonomías donde, para colmo, se premia más a quien se manifiesta más desleal con la causa común que a todos nos une o debería unirnos, que es evidentemente España.
Cuanto más apuestan por la independencia determinados gobiernos autonómicos, con más derecho se creen al sablazo. Poniendo un ejemplo concreto como es el gobierno vasco, no deja de tener su gracia, por maldita que esta sea, tal y como se recoge en el último libro de Fernando Vaquero "De ETA a Bildu" que a pesar de que el PNV (y por supuesto el entorno etarra) no votó la Constitución del 78, no les ha supuesto trauma alguno tener que sacrificarse, y haciendo de tripas corazón, beneficiarse al máximo de todo el potencial federalista emanado de dicho texto con su correspondiente financiación. La cuestión es engordar a la bicha, mientras la sanidad y educación pública, entre otros, se resiente, como en el caso de la mínima atención que merecen quienes viven en nuestros pueblos, verdaderos españoles de segunda por el trato recibido del estado.
Con todo, tampoco creemos que la solución a todo este despilfarro de dinero público tenga la solución en recetas ultra liberales como las que defiende el argentino Milei, aunque bien es cierto que primero habrá que concederle unos meses de cortesía para ver qué propone en la práctica, pues el desaguisado que hereda es para echarse a llorar. Desde el punto de vista de nuestra asociación, siempre hemos apostado desde el principio por un modelo de patriotismo social que está a su vez reñido con este mero reparto de dinero, vía subvención, con el que sobornar al futuro votante, una fórmula que gusta horrores a la izquierda.
No se trata de mantener a nadie a costa de la subvención eterna, sino en enseñar a ganarse la vida trabajando honradamente, comenzando por un modelo educativo donde se prime la excelencia en vez del adoctrinamiento o terminar con la bajada brutal y continua del nivel de exigencia que caracteriza a la enseñanza actual.
El mantener unos servicios públicos dignos para todos, especialmente para aquellos que no pueden permitirse el coste de otros privados, debe ser absolutamente compatible con la exigencia de un modelo de gestión eficaz que prime el bien común y persiga por supuesto, el despilfarro. Todo ello, además, permitiendo y facilitando las cosas a todo aquel emprendedor que quiera crear riqueza, sin las trabas y obstáculos actuales.
Si precisamente abogamos por la defensa de la soberanía nacional frente a la agresiva voracidad financiera de las principales entidades globalistas, es porque apostamos por una economía nacional que mire por el bien común y por la creación de riqueza en nuestro territorio, no por políticas ultraliberales que, situando en la cima los intereses del mercado, son las primeras que ven con buenos ojos la llegada de mano de obra tercermundista que abarate el mercado o el éxodo de la producción industrial a determinados países donde dicha mano de obra barata o semiesclava, les permite abaratar costes. ¿Acaso les parecen pocas a los ultraliberales las empresas controladas por Vanguard o BlackRock? ¿Qué impedirá con una privatización salvaje que determinadas empresas acaben en manos de los Soros, Fink, Gates y compañía ?
Ya dijo Ramiro Ledesma, hace casi un siglo, que solo los ricos podían permitirse el lujo de no tener patria. Así que defendamos unos servicios públicos de calidad y echemos a puntapiés a aquellos gestores que han hecho del despilfarro una forma de vida. Y creemos las condiciones necesarias para que los españoles del mañana adquieran la formación más excelente posible y creen toda la riqueza posible en suelo patrio, algo que nos beneficiará a todos.
José Luis Morales