27 de octubre de 2024
Qué hacer
27 de octubre de 2024
Qué hacer
No son pocas las veces, por no decir todas, que cuando tras una conferencia organizada por nuestra asociación, se abre el turno de preguntas al público asistente, surge la eterna pregunta de qué hacer para tratar de cambiar las cosas, sea cual sea el tema.
Durante el debate generado la semana pasada, tras la conferencia de Jorge Garris, uno de los aspectos de los que se habló como una posible solución, o al menos, como un medio para llegar a buen puerto, fue el de generar y construir estructuras paralelas que supongan una alternativa a lo que hay, lejos de esa contaminación "Paleoprogre" que emponzoña todo lo que toca.
Responde a la lógica preguntarse el porqué en la insistencia en dicha pregunta. La respuesta es obvia entre quienes compartimos una visión similar de las cosas y entendemos los acontecimientos que suceden casi de la misma manera. Hoy en día, resulta casi insufrible convivir con ese discurso único impuesto por esos entes globalistas y sus decenas de tentáculos que alcanzan lo político, lo social, lo cultural y un largo etcétera incluyendo por supuesto, la inmensa mayoría de medios de comunicación. El tema, desde luego, da para muchos ríos de tinta.
El caso es que mientras estaba dándole vueltas al editorial, saltaba a la palestra el asunto Errejón, encabezando de inmediato los titulares de los medios. Como ya todos sabrán, el último de los fundadores de Podemos que quedaba aún en la política, Íñigo Errejón, dimitía de todos sus cargos tras las gravísimas acusaciones de una actriz por acoso sexual.
Como sucede en este tipo de delitos, en un estado de derecho que se precie, se debe velar por los derechos de la víctima así como por la presunción de inocencia del acusado, por lo pronto, solo "presunto" hasta que la justicia demuestre y dictamine su culpabilidad. Pero tal y como manifestaba el dirigente falangista Norberto Pico, no cabía en este caso la presunción de inocencia porque fue precisamente Errejón, su partido y otros similares, los que se encargaron de sacar dicha presunción de inocencia del amparo legal, legislando para que la mera acusación de una mujer conllevase de inmediato la culpabilidad. Dicho de otra forma: que Errejón ha terminado por ser víctima, no del "machismo neoliberal" sino de si mismo y de su peligrosa y retorcida manera de hacer política.
También es verdad que en otra nación, Errejón nunca hubiese llegado a tanto en política, desde el momento en que aparecía de la nada, como Monedero e Iglesias, dispuesto a dar lecciones éticas a todo el mundo, mientras cobraba de la Universidad de Málaga por un trabajo que no hacía.
Por otro lado, el caso Errejón refleja a la perfección la profunda hipocresía de toda esa morralla woke, influida por la contracultura norteamericana y de paso, la calaña de sus dirigentes. Siempre por encima del bien y el mal manejando a su antojo la ley del embudo; siempre etiquetando y acusando como fiscales surgidos del averno, al resto que no comulga con sus políticas y propuestas estúpidas; siempre condenando a quienes ellos denominan "fascistas" que no son sino aquellos que no opinan de igual forma; y siempre apoyando y justificando toda clase de tropelías, incluidas agresiones, escraches, boicots y hasta asesinatos, grupos terroristas o crueles dictaduras, pero solo si actúan en el nombre del marxismo, ideología por cierto, fundada por un tipo que no trabajó en su vida y que se dedicó a vivir a lo grande gracias al braguetazo que pegó con una adinerada mujer.
Conviene recordar también, que toda esta retahíla de personajillos de extrema izquierda que van por la vida de "antisistema" pululan a su antojo por las universidades públicas difundiendo su ideología de odio y adoctrinando a la juventud mientras los dirigentes autonómicos, incluidos los del PP y la misma Ayuso, se lo consienten.
Y es que en el fondo, la práctica totalidad de los dirigentes de estas formaciones de ultraizquierda, no son más que una cuadrilla de niños bien, jugando a ser revolucionarios por aburrimiento. Niños de papá que no han tenido que doblar el lomo en su vida, hasta que un día descubren que, metiéndose en política, pueden seguir pegándose la vida padre, mientras ese politiqueo les ofrece la carcasa que necesitan para dar rienda suelta a todos sus vicios.
Pocos personifican la hipocresía como ellos. "Yo, tras un ciclo político intenso y acelerado, he llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona", dice en su carta de dimisión el pájaro. Para los demás, heteropatriarcado y machismo; en su caso, simple contradicción, presentándose como una víctima.
Poco recorrido político han tenido aquellos fundadores de Podemos que, de la noche a la mañana, nacieron como "indignados" pero que de inmediato nos indignaron por su chulería, su matonismo, su ignorancia, su profundo odio hacia todo lo que España tiene de bello, su sectarismo y como no podía ser de otra manera, por esa hipocresía que tiene la izquierda. Eso sí, si algo tienen en común los Iglesias, Errejón, Montero, Colau, Echenique y compañía que entonces decidieron entrar en política, es que salen ahora con unas cuentas bancarias más suculentas. No nos mentían, pues, cuando decían que iban a cambiar las cosas.
Así que no seré yo quien defenderá la presunción de inocencia para Íñigo Errejón. Espero, por el contrario, que le caiga la máxima condena posible, al margen de si es o no culpable, por todos los delitos que se le acusan. Si es culpable porque lo merecerá y si es inocente, se hará merecedor por cretino, por haberse dedicado a generar leyes que son un auténtico despropósito y que van contra el sentido común.
A ver si al menos esta vez, el caso sirve de escarmiento para toda esa derechilla acomplejada que asume a pies juntillas sin rechistar, todas esas políticas progres feministoides, rindiendo siempre devoción y pleitesía a ese mantra del absurdo.
José Luis Morales