28 de mayo de 2023
Racismo en España
28 de mayo de 2023
Racismo en España
Supongo que estarán ya al corriente desde hace unos días. La noticia ha dado la vuelta al mundo provocando incluso la intervención de algún presidente de gobierno. Todo a partir de lo dicho por unos descerebrados en un campo de fútbol. La cuestión es que diversos medios de comunicación nos acusan de ser un país racista. Lo más curioso de todo es que no les falta en absoluto razón.
Somos un país racista porque, en efecto, castigamos los insultos en función del color de la piel. Si el insultado es blanco, por supuesto, el insulto sale completamente gratis.
Somos un país racista porque quienes imponen las sanciones en los terrenos deportivos permiten semana tras semana a un importante sector de un par de aficiones ( la de Osasuna y la Real Sociedad) insultar gravemente a todos los aragoneses y jalear a una organización terrorista con una impunidad vergonzosa.
Somos un país racista, porque para desgracia nuestra, somos el único país del mundo que promueve la endofobia, que es la manifestación del odio a tu propia nación y cultura, algo que se permite en el gobierno, en el parlamento, en los medios públicos, en la universidad, en el cine o en la televisión.
Somos un país racista porque en determinados territorios se permite discriminar a los castellanoparlantes estableciendo un verdadero sistema de apartheid lingüístico, mientras se permite a un canal público como TV3 mofarse de las personas en función del territorio en el que nacen.
Somos un país racista porque desde la proclamación del régimen actual, los gobiernos han permitido a un separatismo vasco profundamente racista, la implantación de una hegemonía social, lingüística, cultural y política antiespañola en dicho territorio, conseguida a través del asesinato, el desprecio social, el secuestro y la extorsión de quienes se sentían españoles, machacando durante décadas a golpe de pistola a las candidaturas no nacionalistas y provocando el éxodo de miles de vascos de su propia tierra.
Somos un país racista porque cada vez que un asesinato, una violación, individual o grupal o cualquier delito por grave que sea, es cometido por un extraeuropeo, los medios protegen la identidad y datos del agresor de una manera inaudita.
Somos un país racista porque se consiente la agresión física o verbal dirigida contra partidos políticos de un determinado color.
Evidentemente nada es casual. El fútbol tiene cosas buenas y malas, como todo, pero no es casual la desmesurada importancia que se le da a un insulto racista frente al resto de insultos que parece que se deben tolerar irremediablemente. Lo que trata el sistema con estos casos es obtener la coartada perfecta que justifique la posterior persecución de cualquier idea que ponga en tela de juicio la presunta benevolencia de una multiculturalidad que nos lleva de camino a una futura guerra étnica que será inevitable.
Recordemos además que todos estos estamentos, organizaciones y estructuras deportivas supranacionales que tanto abogan contra el racismo y la discriminación son precisamente los primeros que han echado de las competiciones a deportistas pur su origen (ser ruso) o han discriminado a deportistas en función de su cartilla de vacunación.
Es la misma razón por la que Neftlix o Disney colorea personajes históricos o de cuento africanizando su aspecto: es la manera de inculcar a los europeos desde muy niños una mentira presentando nuestra historia como la un continuo "melting pot" donde ha reinado la tolerancia y la buena sintonía cultural y multiétnica.
Y mientras discutimos por el fútbol, el peligro nos acecha como la espada de Damocles. Enrique Ravello establece cuatro zonas en Europa donde pronto existirá una mayoría musulmana: La zona de París a Ámsterdam, la zona de Marsella a Tarragona, la zona de Manchester a Birmingham y la zona de Malmo, en Suecia. Las consecuencias no auguran precisamente una relación cordial y una convivencia pacífica, sino un brutal choque cultural donde los tercermundistas serán más, más fuertes y plenamente convencidos de lo que quieren, frente al estúpido buenismo europeo, nuestra galopante pérdida de valores y nuestro relativismo moral.
Pero para eso, se nos tiene que caer la venda de los ojos y no permitir que el fútbol, como tantas otras cosas, nos divida. Separemos la pasión del deporte de otros temas más importantes y no dejemos que una vez más, el árbol no nos deje ver el bosque, porque se avecinan tiempos terribles y tal y como decía Thiriart, "uno no se presenta en Maratón o Salamina con un ejército de consumidores" que es en lo único en lo que parece nos hemos convertido los europeos.
José Luis Morales