30 de abril de 2023
¿A quién (o qué) no puedes criticar?
30 de abril de 2023
¿A quién (o qué) no puedes criticar?
Hay una cita que circula mucho por las redes que dice: "si quieres saber quién te controla, mira a quien no puedas criticar" La frase es atribuida al filósofo Voltaire, aunque no todos parecen estar de acuerdo en cuanto a la veracidad y autoría de la misma. Saliese o no de la mente de Voltaire, la cuestión es que tiene toda la razón del mundo, aplicable perfectamente a nuestros días.
En esa misma línea y en su libro "Ser comunidad" el activista italiano Marco Scatarzi señala que "quienes controlan las democracias modernas, con sus redes sociales y sus medios de comunicación, disuelven como azucarillos cualquier opción política contestataria". No podemos estar más de acuerdo porque es sencillamente la pura realidad.
Por eso, a pesar del teatrillo que políticos de uno u otro signo especifican en esa ceremonia del engaño llamada "campaña electoral", las cosas que suceden y las leyes que emanan de los parlamentos elegidos tras las elecciones, no corresponden con ninguna demanda popular, sino con los favores que determinados partidos, políticos y gobiernos tienen con determinadas élites que son por regla general, quienes se han encargado de costear los elevados cuartos que necesita la campaña de un partido para poder llegar al poder.
También es cierto que muchas veces, cuando la gente oye hablar de "élites globalistas" nos imaginan como especímenes semiparanoicos alejados de este planeta que gustamos de dar rienda suelta a nuestra imaginación. Puede ser, pero la cuestión es que esas élites existen y tienen nombres y apellidos, porque están formadas por personas de carne y hueso como el resto de los mortales, pero con unas cuentas bancarias estratosféricas y una ambición desmedida.
Una manera de conocerlos algo mejor es a través de las páginas de "Los dueños del planeta" en las que Cristina Martín Jiménez nos desgrana, uno a uno, la posición de los Fink, Gates, Soros y compañía, comparados metafóricamente con los dioses del Olimpo.
En realidad, todos estos personajes y sus tentáculos globalistas funcionan de una manera muy simple: ellos deciden por los demás cómo se debe vivir y cómo se debe pensar con el único fin de servir sus intereses económicos y a través del control de sus empresas, de sus medios y de los políticos, imponen su visión a todos usando toda la ingeniería social a su alcance y mediante la imposición de un relato único, que criminaliza cualquier atisbo de opinión crítica.
Lo curioso del caso es que estos dueños del mundo, representantes de la voracidad capitalista más salvaje jamás conocida, se sirven no solo de partidos de corte liberal para imponer sus postulados sino también de los partidos de extrema izquierda para hacer de mamporreros en las calles.
Esto es lo que hace que estos colectivos, partidos y asociaciones de corte marxista vivan a cuerpo de rey en países de economía de mercado, imponiendo sus postulados con total impunidad, incluso con violencia, hasta en institutos y universidades. Dicho de otro modo: que van por la vida de "antisistema" cuando son los niños mimados del mismo.
Hay por eso, tres aspectos, en los que quienes nos oponemos al globalismo debemos incidir hasta el tuétano para conectar con una mayoría en la calle, que sin saberlo, eso es lo más grave, son presa fácil de estas aves carroñeras y de sus lacayos extremistas.
El primer aspecto es el de la libertad. El globalismo, a través en especial de la Agenda 2030, pretende convertirnos en un rebaño en el que nos impongan no solo qué decir y qué pensar, sino hasta la manera de comer, vivir, vestirnos y viajar, maquillando la total aniquilación de las clases medias y justificando dicha destrucción por el bien del planeta, imponiendo por supuesto ese relato único como pueda ser el discurso oficial sobre el cambio climático.
El segundo aspecto es el educativo. No nos cansaremos nunca de repetir la enorme importancia que tiene el control de la educación en todo este proceso. Lo que se busca es llegar a un estado de ignorancia global, donde a las clases populares se nos robe la cultura y el conocimiento, igualando siempre por lo bajo para conseguir que la educación pública, lejos de servir de motor para posibilitar una equiparación social garantizando una igualdad de oportunidades para todos, sea un mero almacenaje de muchachos a los que se les expidan titulaciones que no valdrán nada.
El tercer aspecto es el de nuestra seguridad. No solo vamos a ser menos libres, más pobres y más analfabetos, sino que además, nos están llenando las calles de cada vez más ciudades y pueblos de personas del tercer mundo de manera descontrolada, cuya cultura choca frontalmente con el concepto de convivencia y de libertades que han posibilitado el desarrollo occidental.
En definitiva, que esa panda de matones izquierdistas que van de antisistema, son el ariete que el globalismo necesita para que solo unos pocos pudientes y poderosos puedan comer lo que quieran, viajar en avión, tener acceso a una educación de calidad y vivir con seguridad en sus mansiones. Para el resto, por lo que parece, solo quedarán unas migajas ¿Debemos permanecer de brazos cruzados?
José Luis Morales