17 de agosto de 2025
España arde
17 de agosto de 2025
España arde
En estas pasadas semanas, han sido varios los editoriales que hemos dedicado al problema de las oleadas de inmigración extraeuropea, las causas de su llegada y sobre todo, a sus consecuencias inmediatas, cada vez más nefastas para los autóctonos, aunque la mafia mediática se empeñe en negarlo.
El que no abordemos el tema en el editorial de hoy, no significa en absoluto que el problema haya pasado a un segundo plano. Lo cierto es que, por desgracia, son tantos los problemas que nos aquejan que tendríamos que estar publicando artículos cada hora y no llegaríamos a abordarlos todos.
España arde un verano más. Como suele ser costumbre, cada vez que sucede una desgracia, bien sea por el fuego, el agua o cualquier otro fenómeno, hay dos aspectos vinculados a nuestro régimen, que siempre asoman la pezuña contribuyendo a enmarañar y a dificultar el problema: el primero, la desorganización y la carencia de medios de estos reinos de taifas autonómicos; el segundo, aunque no por ello menos importante, el enfrentamiento entre los partidos políticos, principalmente los pilares del régimen, PP y PSOE, siempre a la gresca, eludiendo responsabilidades, culpando de todo al contrario y demostrando que los intereses de la nación y de los españoles, les importan un rábano.
Lo más grave, con todo, no es la desorganización autonómica y estatal ni el politiqueo de la partitocracia, sino el sempiterno recurso a la mentira. Y en este tema concreto, el del fuego, tanto el gobierno como todas las organizaciones globalistas y medios de desinformación, han encontrado a quien culpabilizar de todos los males, imponiendo el relato que mejor sirve a sus intereses: el llamado cambio climático como culpable inmisericorde de todos los incendios.
Insistimos en recordar que el cambio climático no es mas que un gigantesco mantra impuesto por los intereses de los lobbies globalistas; mantra que se imparte en los centros de enseñanza de una manera vergonzosa y fundamentado en varias falsedades, que podemos resumir en tres: la primera, considerar el cambio climático como un fenómeno de nuestros días sin parangón, ignorando que el clima es algo que varía constantemente, la segunda, utilizarlo de una manera catastrofista haciéndonos creer que si no se actúa de manera urgente, va a llegar un apocalipsis irreversible, y la tercera, culpar de dicha apocalipsis climática al hombre europeo, sus costumbres y hábitos.
Lo cierto es que detrás de tanto incendio veraniego, no está ningún cambio climático, sino personas con nombre y apellidos que son quienes prenden fuego a nuestros bosques la inmensa mayoría de veces, de manera intencionada. Esto genera no pocos interrogantes. Si todo el país ha estado estos días sometido a altas temperaturas veraniegas ¿A nadie sorprende que no ardan las Vascongadas y si lo haga todos los años Galicia? Y si hay tantas muertes consecuencia de las altas temperaturas. ¿Cómo hacen en determinados países cuya superficie es mucho más desértica y sometida a mayor temperatura para sobrevivir?
No hay más que elaborar un listado de los lugares que han ardido con mayor virulencia consecuencia de varios focos simultáneos y encontrar determinados proyectos para dichas zonas, muchos de los cuales, en el colmo del cinismo, llevan la etiqueta "ecológica". ¿Han probado a impedir por ley que una superficie presa del fuego no pueda destinarse nada más que a una nueva reforestación?
Porque no se trata solo de los bosques. El mundo rural, nuestros pueblos, nuestra agricultura y ganadería, hace años que fueron sentenciados por el globalismo. El plan final, completo y a más largo plazo, no es otro que el de despoblar territorios enteros, mandando ingentes cantidades de población a vivir a unas ciudades, cada vez más superpobladas, cada vez más inseguras, cada vez menos autosuficientes y lo que es peor, cada vez más bajo su estricto control, mientras dejan morir nuestro patrimonio cultural, nuestro sector primario al completo y en definitiva, toda la riqueza de una nación.
No es el cambio climático, sino precisamente muchas medidas para combatir ese supuesto cambio, vía agenda 2030, los que no permiten campañas de limpieza en profundidad de los bosques el resto del año, abandonando a su suerte miles de hectáreas que solo necesitan que, con las circunstancias favorables de altas temperaturas y viento, conviertan un bosque entero en un polvorín una vez que alguien, prenda la mecha. Exactamente operando de la misma forma que cuando destrozan pantanos y luego lamentamos las consecuencias de la gota fría. ¿Culpables? Ah, nos dicen: el cambio climático.
Defender España, hay que insistir, es defender la soberanía, nuestra seguridad, nuestros pueblos, nuestras empresas, nuestros puestos de trabajo, nuestra riqueza, nuestro patrimonio, nuestra cultura, nuestras tradiciones, nuestro campo y nuestros bosques de todo este repugnante expolio.
José Luis Morales