La Revolución Española vista por una republicana
de Clara Campoamor
La Revolución Española vista por una republicana
de Clara Campoamor
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"La revolución española vista por una republicana" de Clara Campoamor.
Clara Campoamor es reconocida por haber conseguido el derecho al voto para la mujer (deberíamos decir para todas las mujeres, puesto que ya había sido reconocido por Primo de Rivera, pero con excepciones impuestas por la mentalidad de la época: podían ejercer el voto las solteras y las viudas, pero no las casadas). Y lo consigue, pese a la oposición de las socialistas Victoria Kent y Margarita Nelken, que con ella eran las tres únicas mujeres diputadas durante la segunda república. Luchadora por los derechos de la mujer, fue luchadora también en su vida personal, consiguiendo por méritos propios aquello que se propuso.
Campoamor, igual que muchos historiadores actuales, indica que los fermentos de la Guerra Civil se retrotraen a 1934, cuando el PSOE protagoniza la revolución de Asturias (así llamada por ser donde triunfó, pero que fue a nivel nacional) contra la propia República. Y es cuando comienza la narración de lo que el título del libro indica: la Revolución Española, que comienza en 1934 y prosigue durante la Guerra Civil. Sobre la guerra, dirá del gobierno de la República: "No ha iniciado el Alzamiento...pero, aparte de haberlo provocado, podía haberlo detenido cuando se le presentó la ocasión". No es de extrañar que este texto sea tan poco conocido, dado que se trata de una republicana modelo criticando con tanta dureza a la República.
Narra lo que pudo ver en el Madrid del primer año de guerra civil: las matanzas, saqueos, quemas, asesinatos e incluso descuartizamientos ("...un grupo de milicianos despedazada un enorme toro... Los paseantes tuvieron una arcada creyendo que se trataba de la ejecución de alguna sentencia pronunciada por la terrible checa que se asentaba en el Círculo de Bellas Artes" y es que no hubiera sido la primera vez) llevados a cabo por la retaguardia republicana; y nos dice que el gobierno de la República "pudo pero no quiso acabar con los actos violentos y arbitrarios de los milicianos" en Madrid.
Finalmente, temiendo por su vida, se ve obligada a dejar Madrid en septiembre de 1936 y se exilia de su propia República a Suiza, a pesar de seguir siendo fervientemente republicana, y precisamente por su mayor logro como feminista: universalizar el voto para la mujer española, cosa que las izquierdas del momento jamás le perdonaron.
Honesta en su relato, no obstante cae en algunas inexactitudes, como la identificación del modelo de avión que envían los italianos, la muerte en 1936 de algún militar que fallecería realmente años más tarde, o calificar de fascista a Falange Española, cuando narra la persecución a la que ésta se ve sometida por el gobierno republicano.
Es destacable que los prólogos ocupan el 17% del libro, y que los epílogos, a modo de reseñas, el 27%, la mayoría a cuenta del editor (Luis Español Bouche). Así que casi la mitad de los textos (el 44%) no corresponden a Campoamor sino al editor. Éste intenta mitigar el golpe que la autora da a la República, resaltando lo "malos" que fueron también en el otro bando. Es, por tanto, un 44% superfluo, además de excesivamente parcial en comparación con la imparcialidad de nuestra protagonista de hoy. Por ejemplo, en la reseña que el editor dedica a Luis Companys, se indica que éste fue fusilado en 1940, pero se "olvida" que fue el responsable a su vez de 6.000 asesinatos del otro bando. Hace también reseña de José Antonio Primo de Rivera, al que acusa de "preparar una guerra insurreccional desde 1935", cosa completamente falsa, y caen dichas reseñas y prólogo en todos los tópicos posibles, sean o no ciertos, duplicando, con falacias muchas veces, el tamaño del libro.
Es por todo esto que el libro es de gran interés por lo que aporta del testimonio directo y honesto de Clara Campoamor (al margen de que se pueda estar de acuerdo o no con su postura en otros asuntos), pero completamente prescindible en todo lo escrito por el editor quien no hace sino repetir la propaganda que han leído antes en un intento de crear una historia-ficción paralela que nunca fue.
Lucio