9 de agosto de 1913
Nacimiento de Mercedes Formica
9 de agosto de 1913
Nacimiento de Mercedes Formica
Mercedes Formica-Corsi Hezode nació en Cádiz, el 9 de agosto de 1913. Fue una jurista, novelista y ensayista española especialmente conocida por su defensa de los derechos de la mujer en España.
En 1931 preparó en una academia el acceso a la universidad y al año siguiente se matriculó en Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de Sevilla.
En 1933 sus padres se divorciaron y su madre no consintió el divorcio “amistoso”, y por eso se vio obligada a sobrevivir con sus hijas y sin poder ver a su hijo, una experiencia que le hizo tomar a Mercedes conciencia de la situación y la suerte de las mujeres separadas en España. Logró seguir con sus estudios en la Universidad de Madrid, aunque la Guerra Civil interrumpiría más tarde su carrera.
Una mañana de octubre de ese año escuchó por la radio el discurso de la Comedia. Le llamaron la atención algunos párrafos del discurso y preguntó por el orador, cuya existencia hasta ese momento ignoraba: se trataba de José Antonio Primo de Rivera.
Decidió afiliarse al Sindicato Español Universitario (SEU). Poco después, fue nombrada delegada del SEU de la Facultad de Derecho. Su vida se orientó desde entonces a compaginar sus estudios universitarios con la participación en actividades de Falange Española.
En 1936 el propio José Antonio la nombró delegada nacional del SEU femenino y por tanto miembro de la Junta Política de Falange Española.
Cuenta Mercedes que “Sobre el supuesto antifeminismo de José Antonio y la tesis, tan difundida, de querer a la mujer en casa, poco menos que con la "pata quebrada", debo decir que no es cierto. Forma parte del proceso de "interpretación" a que fue sometido su pensamiento. Como buen español, sentía recelo hacia la mujer pedante, agresiva, desaforada, llena de odio hacia el varón. Desde el primer momento contó con las universitarias y las nombró para cargos de responsabilidad. En lo que a mí respecta, no vio a la sufragista encolerizada, sino a una joven preocupada por los problemas de España, que amaba su cultura e intentaba abrirse camino, con una carrera, en el mundo del trabajo”.
La Guerra Civil le sorprendió en Málaga, donde se había instalado tras el divorcio de sus padres con su madre y hermanos, y allí vivió de cerca la experiencia del terror revolucionario -que recuerda con detalle en sus memorias y le sirvió de telón de fondo para su novela Monte de Sancha- hasta que consiguieron escapar y llegar, vía Tánger, a Sevilla, en la zona sublevada. Desde entonces, colaboró estrechamente con la Sección Femenina. Volvió a Málaga tras la toma de la ciudad en febrero de 1937, donde asistió a la jefa local de la Sección Femenina, Carmen Werner Bolín, a organizar diversas instalaciones.
El 20 de diciembre de 1937 se casó en Sevilla con Eduardo Llosent y Marañón -quien más tarde sería editor de la revista de Mediodía, órgano de la Generación del 27 en la capital hispalense-. Allí residió la pareja hasta el final de la guerra, cuando Eugenio D’Ors, director general de Bellas Artes, nombró a Llosent director del Museo de Arte Moderno de Madrid.
Por su casa de Madrid pasaron escritores, pintores y dramaturgos de la posguerra y era frecuentada por los sectores más heterodoxos del régimen. Por su parte, Mercedes y su marido asistían a tertulias donde acudían Sánchez Mazas, Eugenio Montes, César González-Ruano, Edgar Neville, Sebastián Miranda, Pilar Regoyos, Natividad Zaro, Mary Navascués, Conchita Montes, etc. También se encontraban con Luis Felipe Vivanco, Luis Rosales y Leopoldo Panero.
Simultaneó el periodismo con la literatura a partir de los años 40, al principio como autora de novelas rosas, firmadas con el seudónimo de Elena Puerto.
A principios de 1944 Pilar Primo de Rivera le propuso la dirección de Medina, semanario de la Sección Femenina donde colaboraron personas procedentes de campos políticos no afines a Falange, y colaboró con publicaciones como ABC, Blanco y Negro, Gran Mundo, Teresa y La Ilustración Femenina.
En 1945 publicó en la revista Escorial su novela Bodoque, cuya trama principal gira en torno a un caso de separación matrimonial.
En 1947 Formica decidió examinarse de las asignaturas que le faltaban para completar su titulación universitaria interrumpida por la guerra, y en 1948 termina la carrera de Derecho, interrumpida por la Guerra Civil, dispuesta a ingresar en el Cuerpo Diplomático. También se plantea realizar oposiciones de Abogacía del Estado o Notarías, pero en todas, incluida la del Cuerpo Diplomático, uno de los requisitos que se pedían para opositar era “ser varón”. Le produjo indignación recordar que “José Antonio, cuyo nombre tanto se aireaba, nunca fue contrario a las universitarias”. A lo largo de su vida, Formica peleó contra la exclusión de las mujeres de estas oposiciones, titulando el primer capítulo de su último volumen de memorias “En busca de trabajo. La exigencia de cumplimiento imposible: ser varón”.
En este mismo año trabajó en una propuesta de reforma legal para permitir el acceso de la mujer a puestos de responsabilidad.en el Instituto de Estudios Políticos, destinado a ser el grupo de expertos del régimen franquista, y que entonces dirigía Francisco Javier Conde. Pidió por entonces el alta en el Colegio de Abogados y se convirtió en una de las tres mujeres que ejercían la abogacía en Madrid, donde estuvo colegiada desde 1950 con el número 14.101, tarea que compaginó con su producción literaria.
Aceptó la dirección de la revista Feria —donde colaboraron, entre otros, Leopoldo Panero y Luis Rosales— pero la aventura no duró mucho tiempo, porque, privada de medios económicos, la revista desapareció.
Por esas fechas, Pilar Primo de Rivera le encargó una ponencia sobre La mujer en las profesiones liberales para presentarla en el I Congreso Femenino Hispanoamericano Filipino, convocado en Madrid en mayo de 1951. Para prepararlo, buscó colaboradoras universitarias: las periodistas María de la Mora y Sofía Morales; Carmen Llorca, Josefina Aráez y Pilar Villar, licenciadas en Filosofía y Letras; la ingeniero industrial Carmen Segura; las arquitectos Matilde Ucelay -que pertenecía al grupo de los vencidos- y María Ontañón; la médico Mercedes Maza, y Carmen Werner, licenciada en pedagogía. En el texto, reivindicaron la plena incorporación de las mujeres al mundo laboral, pero los organizadores retiraron la ponencia tachándola de «feminista». Curiosamente, a Formica nunca le gusto el término “feminista”, ya por entonces asociado a una determinada ideología, con la convicción de que los derechos de las mujeres no eran propiedad de un determinado grupo político, como demostró con sus hechos.
Durante la elaboración de la ponencia, Formica encontró tiempo para escribir una nueva novela: Monte de Sancha, finalista del Premio Ciudad de Barcelona.
En 1952 empieza a firmar artículos en el diario ABC. El 7 de noviembre de 1953 el director, Luis Calvo, dio luz verde a la publicación de un artículo que había sido retenido por la censura: «El domicilio conyugal», escrito al conocer Fornica las doce puñaladas que sufrió Antonia Pernia Obrador a manos de su esposo, suceso recogido en los periódicos como «Mujer apuñalada por su marido». No era la primera vez que había discusiones en ese matrimonio, pero ese día el marido fue más lejos; aunque ella había intentado separarse, el abogado le había advertido de que perdería su casa, sus hijos, sus bienes..., así que sólo le quedó el recurso de aguantar y resignarse hasta el límite de jugarse la vida en el verano de 1953.
Su artículo desató una intensa polémica sobre la situación de las mujeres separadas y la legislación matrimonial que no daba opción a las mujeres, donde optar por la separación significaba perder hijos, hogar y bienes. Y el diario ABC abrió una encuesta entre juristas sobre la necesidad de modificar la legislación en estos aspectos.
La República no había reformado las leyes que desposeían a la mujer de todo patrimonio. De acuerdo con la ley procesal, vigente desde el año 1880, la vivienda familiar se consideraba “casa del marido” y la esposa que pedía la separación -culpable o inocente- debía abandonar aquella para ser “depositada” en domicilio ajeno. El de sus padres si los tenía, o en un convento, siempre bajo la tutela de un “depositario”. Un Código que databa del siglo XIX, herencia todavía de la “Ilustración” afrancesada.
El diario ABC se benefició del éxito alcanzado por la abogada. El periódico abrió una encuesta en torno a la reforma de la legislación denunciada, dando también cabida en sus columnas a expertos juristas a la vez que, a su redacción, llegaban a diario cartas, adhiriéndose a las reivindicaciones femeninas propuestas por Mercedes Formica. Al mismo tiempo, publicó un editorial destacando el eco que tuvo el artículo y el planteamiento del problema de la capacidad legal de la mujer española, añadiendo que la situación concreta que denunciaba su colaboradora «no es sino una de tantas manifestaciones de una característica de nuestro Derecho Civil, que fue objeto de estudio en el primer Congreso Nacional de Justicia y Derecho…» Fórmica recordaba que en el congreso de abogados de 1952 fueron los letrados sacerdotes quienes más se inclinaron por la reforma.
El 7 de diciembre de 1953 la revista Time le dedica una página, y Robert Capa, al frente de la agencia Magnum, envió a la fotógrafa austriaca Inge Morath, la primera mujer que se incorporó a la agencia, a inmortalizar a Mercedes Formica para un reportaje, «World of women», junto a otras tres mujeres destacadas de otros países: Federica de Grecia, la doctora Han Suyin, de Singapur y la científica estadounidense Eugenie Clark.
Persiguiendo la reforma legal, Formica pronunció conferencias, escribió artículos y llegó a entrevistarse con Franco, a quien planteó la situación de los derechos de la mujer. Según explica en sus memorias, de su encuentro salió «con la sensación de que había sido comprendida» porque el Caudillo también había asistido, al igual que ella en su casa, a los problemas que vivió su madre. Cuando hablaron de la necesidad del consentimiento de la esposa en trance de separación para disponer de los bienes gananciales, el General fue más allá: «El consentimiento debe exigirse en todo momento. Con separación y sin separación». Franco conocía en carne propia lo que era ser hijo de padres separados y sus problemas.
Hasta el presidente del Tribunal Supremo, José Castán Tobeñas, se hizo eco de sus reclamaciones en la apertura del año judicial del año 1954.
El 10 de febrero de 1954, en el Círculo Medina de la Sección Femenina pronunció una conferencia bajo el título “La situación jurídica de la mujer española” con un enorme éxito. Con el mismo título, da otra conferencia en Barcelona donde, además, en La Vanguardia Española le hacen una entrevista que comienza con esta entradilla: “Mercedes Formica, abogada en ejercicio, del Colegio de Madrid, escritora, novelista, autora de Bodoque, Monte de Sancha, La ciudad perdida, El miedo (inédita esta última), defensora de los derechos de la mujer, disertará hoy en Conferencia Club sobre este tema”.
Este mismo año, publica su novela “A instancia de parte”, donde muestra su preocupación como mujer y abogada por el doble rasero con que se medían los casos de adulterio entre hombres y mujeres, presentando el tema desde la complejidad de seis diferentes puntos de vista: el del esposo adúltero (Julián), el marido engañado y que no denuncia a la esposa (Chano), la esposa falsamente acusada de adulterio (Aurelia), la esposa adúltera que no ha sido denunciada por su esposo (Esperanza), la que sí fue denunciada y, por lo tanto, cumple condena (Fuensanta), y la manceba o amante del esposo adultero (Bárbara).
Como consecuencia de la campaña creada por la abogada, en el mes de julio de 1956 en el Juzgado de Primera Instancia n.º 3 de Madrid se emitió una sentencia en la que el magistrado resolvió que la esposa siguiera viviendo en el domicilio conyugal, debiendo abandonarlo el marido. Esta sentencia animó a muchas mujeres, que se dirigieron a la prensa exponiendo su precaria situación en la que quedaron después de una sentencia contraria a ellas.
Cinco años después de la publicación de “El domicilio conyugal” se logró una modificación del Código Civil: la reforma de 1958 sustituyó el concepto “casa del marido”, por el de “vivienda común del matrimonio”, a efectos de determinar, en caso de separación, cuál de los cónyuges quedaría con el uso de la vivienda. Desde entonces, los jueces pudieron decretar que fuese la mujer quien disfrutase de la vivienda conyugal tras la separación. También eliminó la figura degradante del “depósito de la mujer”, y permitió que las mujeres viudas que contrajesen nuevo matrimonio pudieran mantener la patria potestad sobre sus hijos.
Además se limitaron los poderes casi absolutos que tenía el marido para administrar y vender los bienes del matrimonio, dentro del marco establecido en la ley que, en su exposición de motivos, establece que si bien el sexo no puede originar desigualdades.
Formica reclamó la eliminación de otros preceptos legales que atentaban contra la dignidad de la mujer, como el tratamiento discriminatorio de la mujer adúltera frente al hombre adúltero en el Código Penal vigente entonces. Logró la modificación de 66 artículos en total.
“Mercedes Fórmica ha logrado atraer hacia el tema de la capacidad jurídica de la mujer, la atención de muchos de nuestros mejores profesionales del Derecho. Pero ha logrado todavía más y ha sido el despertar con ese mismo tema la atención de los no-profesionales, de los hombres y las mujeres en general, es decir, de lo que se llama atención pública”, escribió Antonio Garrigues; sin embargo, nunca ha tenido ni el reconocimiento del público general, ni el del movimiento feminista en particular.
En 1960 un tribunal eclesiástico declaró nulo su primer matrimonio. En 1962 se casó en segundas nupcias con el industrial y político José María González de Careaga y Urquijo, que murió en 1971.
Por entonces empezó a cultivar la biografía: escribió la de María Ana y María de Mendoza, hija y amante, respectivamente, de Juan de Austria. En 1975 se le concede el Premio Fastenrath de la Real Academia Española por la biografía La hija de Don Juan de Austria (Ana de Jesús en el proceso al pastelero de Madrigal), publicada en Revista de Occidente con prólogo de Julio Caro Baroja, quien relata las numerosas ocasiones en las que se encontraba a Formica leyendo en el Archivo Histórico Nacional.
Falleció el 22 de abril de 2002. A pesar de que su nombre debería figurar en la memoria de juristas y en el de la Historia de las mujeres en España, sus logros apenas tuvieron el reconocimiento público en el posfranquismo, discriminada por su pasado falangista.
El 2 de diciembre de 2014 se inauguró en Cádiz un busto suyo en la plaza del Palillero, en el centro de la ciudad, en reconocimiento a su lucha por los derechos de la mujer, pero el 6 de octubre de 2015, el Ayuntamiento retiró el busto y fue trasladado al interior de la Fundación de la Mujer, ubicándola en la biblioteca que lleva, hasta ahora, el nombre de la abogada. El consistorio, liderado por el partido político Podemos, intentaba borrar las huellas de una parte de historia, dado el pasado falangista de la jurista y abogada. En febrero de 2016, un grupo de intelectuales malagueños inició una campaña para recuperar el busto y recolocarlo en un lugar de honor en la ciudad de Málaga donde Formica vivió sus últimos años y escribió algunos de sus libros.
El Ayuntamiento de Madrid le dedicó una calle en 2017 y el de Málaga una placa conmemorativa en su antigua casa en 2022.
Lucio