26 de noviembre de 2023
Contra la casta política
26 de noviembre de 2023
Contra la casta política
Que la clase política europea, salvo la húngara y alguna más localizada en el este, lleva décadas viviendo en una especie de nebulosa por encima del bien y del mal, ajenos por completo a los quehaceres diarios de la masa de sus votantes, es un hecho perfectamente constatable que no admite ningún género de duda.
El caso español cuadra perfectamente con esta visión, pero con mayor descaro y vergüenza si cabe, ya que son cada vez más reconocibles en parlamentos y gobiernos, toda clase de tipos y tipas que salvo medrar para vivir del cuento, son unos auténticos incapaces y analfabetos integrales cuya única aspiración en esta vida es poder perpetuarse en el poder al precio que sea. Ahí tenéis el caso de uno de los ministros salientes, el socialista Miquel Iceta, que al ser preguntado previamente sobre esta última remodelación ministerial, manifestaba que le gustaría ser ministro de lo que fuera. Todo, le faltó decir, con tal de no tener que doblar el lomo y acudir al mercado laboral privado.
Este distanciamiento de la clase política tradicional en occidente se hace cada vez más amplio. En varios países europeos existe una creciente inseguridad nunca vista antes en determinados lugares, provocando un aumento de los peores delitos que apenas aparece de los medios, pero que lo que trae consigo es que exista un discurso oficial que choca frontalmente con la realidad que percibe la población autóctona. Por esa razón, tal y como ha ocurrido esta semana en los Países Bajos, cada vez son más los partidos y formaciones políticas contrarias al modelo de inmigración actual, que se van abriendo paso electoralmente, con una mayor presencia en las calles y lo más importante, con un respaldo popular creciente que se les adhiere progresivamente una vez comprueba que los partidos tradicionales les engañan, mostrando una incapacidad atroz frente al imparable suicidio por el que discurre Europa.
Y es que el ritmo al que la sociedad europea camina en pos de su propia autodestrucción es lamentablemente similar a una caída sin paracaídas. El activista italiano Marco Scatarzi expresa en un libro, "Ser comunidad", con total veracidad, que la sociedad del Melting pot no ha conseguido nunca en ningún sitio, crear una nueva armonía, sino precisamente lo contrario. Desde el momento en que a una zona determinada, se produce una llegada masiva y descontrolada de personas cuya cultura dista de la nuestra años luz, barrios primero y ciudades enteras después, terminan por convertirse en polvorines que solo necesitan que surja una chispa para estallar y llevarse lo que sea por delante.
Y es que en este como en todos los demás problemas es necesario ser perfectamente consciente de exactamente a qué te enfrentas, con quién contar y lo más importante con quién no hacerlo y por qué. Por ello es primordial hacer entender a los demás que estas no son cuestiones ancladas en la vieja dicotomía izquierda y derecha, sino bastante más profundas. Este es un sistema pensado y diseñado por unas pocas, pero muy poderosas mafias globalistas, que son las que determinan cómo debemos vivir y pensar, usándonos como cobayas para todo tipo de experimentos y valiéndose de políticos y medios de comunicación, para manejarnos a su antojo como gran objetivo.
No hay más que ver a los monigotes de la Unión Europea, cada vez que en suelo europeo se produce un atentado de carácter islamista, como su única preocupación es la de evitar que crezca la islamofobia, persiguiendo cualquier disidencia Europea con una inquina vergonzosa.
El riesgo que corre este podrido sistema es que un día esto se les escape de las manos y comience a cundir el ejemplo de lo sucedido en Dublín (que es la capital de la República de Irlanda por si me estuviese leyendo algún responsable de la Lomloe) En dicha ciudad son cientos de irlandeses los que se han echado a la calle, hartos y cabreados tras el apuñalamiento de varias personas, varios de ellos niños, por un argelino.
Así que ya puede decir la policía irlandesa que no se trata de un móvil terrorista o los mismos servicios informativos españoles tratar de desviar la atención indicando que todo se ha desencadenado por un "bulo" difundido por la ultraderecha. Afortunadamente son varias las redes sociales las que nos ofrecen una inmediatez brutal cuando surge una noticia, que por ahora el sistema no puede controlar al cien por cien, por mucho que lo intenta.
Leo Varadkar, primer ministro irlandés, de los "Varadkar" de toda la vida, véase la ironía, se apresuraba a anunciar, tratando de mantener la calma, que había un sospechoso detenido; unos llamamientos a mantener la calma que única y exclusivamente benefician al criminal en cuestion. Pero es precisamente en el detenido donde reside el "quid" de la cuestión.
Es muy simple y sencillo: si los medios de comunicación liberal-progres y la izquierda woke están tan seguros de que la vinculación que existe entre la llegada descontrolada de inmigración tercermundista y el espectacular aumento de delitos como crímenes y violaciones, es solo un bulo o invento propio de las mentes diabólicas extremistas, lo único que tienen que hacer es publicar de inmediato la cara, nombres y apellidos de quienes cometen todas estas salvajadas y así podrán terminar "ipso facto" con los supuestos bulos ultraderechistas. ¿Verdad que sabemos por qué no lo harán?
No obstante, lo ocurrido en Irlanda, debería conllevar dos cosas deseables: la primera, ser conscientes de la importancia en esta sociedad actual de las redes sociales. Tal y como expresábamos el otro día, de una manera jocosa, la mejor manera de celebrar el aniversario de la televisión era apagándola. No nos quepa la menor duda de que cada vez que escuchamos en las noticias que se van a implementar nuevas medidas tendentes a evitar la proliferación de bulos, lo que subyace es precisamente es que se va a perseguir todavía con mayor celo, cualquier opinión que disienta del discurso único, por muy veraz y provechosa que sea dicha opinión.
Lo segundo que sería deseable es que todo ese cabreo que se desencadena, hoy en Dublín y en un mañana no muy lejano en toda Europa, sepa colocar como objetivo no los centros de acogida, los coches, los tranvías o el mobiliario urbano, sino a la casta política gobernante que por activa y por pasiva, es la principal culpable de toda esta inseguridad y criminalidad importada que está llenando nuestras calles de toda clase de maleantes e indeseables.
José Luis Morales