De fuera vendrá quien de casa nos echará (I)
de Agustín Moreto
De fuera vendrá quien de casa nos echará (I)
de Agustín Moreto
Comedia famosa de Agustín Moreto.
Seguimos el camino español por el teatro de nuestro Siglo de Oro deteniéndonos en Agustín Moreto y Cabaña.
Autor de obras como "El desdén, con el desdén", "El lindo don Diego" y "El valiente justiciero", vamos a disfrutar de "De fuera vendrá quien de casa nos echará", donde encontramos un planteamiento tan moderno como una obra de teatro dentro de la obra misma. Las Gradas de San Felipe son el "camerino" o "sala de maquillaje" donde los personajes se visten con sus roles (reales o inventados), practican sus líneas y ensayan sus entradas. Lisardo y el Alférez, como "directores" improvisados, planean cómo conseguir su "papel principal" en la casa de Doña Cecilia, utilizando un "guión falso" (la carta) para engañar al "productor" (Doña Cecilia) y acercarse a la "protagonista" (Francisca). Los comentarios de Chichón y Margarita son como los "susurros del apuntador" o las "revelaciones entre bambalinas", que muestran la verdadera trama y las motivaciones ocultas detrás de la puesta en escena inicial. ¡Que resuenen las voces de nuestra cultura!
Jornada Primera. Entre gradas, guerras y galanteos en Madrid.
La Jornada Primera nos introduce en el vibrante escenario de la Calle Mayor, Gradas de San Felipe en Madrid. Este lugar no es solo un punto de encuentro, sino un auténtico crisol de personalidades y epicentro de rumores y enredos.
La escena inicial nos presenta a dos militares recién llegados de Flandes: el capitán Lisardo y el Alférez Aguirre. El Alférez, visiblemente furioso, rompe unos naipes tras haber perdido doscientos escudos con un paje, lamentándose: "me ganó en dos suertes el sarnoso / lo que yo gané en Flandes a balazos". Lisardo le reprocha su impaciencia, señalando que es "insufrible con dineros". Para el Alférez, la preocupación por el dinero, la "piñata", es constante. El Alférez se revela rápidamente como un personaje de humor extravagante y propenso a la exageración. Él describe las Gradas de San Felipe como un lugar "tan fértil de mentiras", donde su "contento es ver luego creído lo que miento".
Explica cómo siembra una "mentirilla" por la mañana y en dos horas ya hay quien la "prosiga, que a contármela vuelve con espiga". En este lugar, afirma, se inventan noticias del rey, del turco, del Archiduque y "aquí hacen todos títulos y grandes". En cuanto al amor, el Alférez presume de no cortejar princesas, sino de "hacer mi terrero / en tiendas, plazuelas o en el río, / donde hallo proporción a mi dinero", ya que "la más hermosa y entonada / no pide más que aloja o limonada", contrastando con los costosos galanteos de Lisardo, que implican "polleras" y desnudarse para dar trajes.
Una de las escenas centrales de esta jornada es la narración de la batalla de Gerona. Cuando Lisardo menciona haber participado en el socorro de Gerona, Don Martín y el Licenciado Celedón le piden que cuente la "verdad, como testigo". Lisardo ofrece una minuciosa y heroica descripción de la defensa y el socorro de Gerona, destacando la valentía del Condestable y la audacia de Don Juan. Narra cómo el Condestable pudo "sustentarla con su sangre y con su nombre" y cómo Don Juan, "con resolución bizarra", salió de Barcelona y acometió las escuadras enemigas. Lisardo ensalza las virtudes de Don Juan: "el valor, la osadía, la templanza, el arrojo, la cordura, la modestia, la arrogancia, / mezcladas unas con otras, que hacen la virtud más clara". Describe la ferocidad del combate: "Aquí ardía la batalla, que un infierno parecía / la confusión, exhalada / contra los rayos del sol, de humo, polvo, sangre y balas". Finalmente, el enemigo se retira, dejando la plaza socorrida y con "libre paso del socorro". Inmediatamente después, el Alférez interviene para contar su propia (y falsa) participación en la batalla, alegando haber cercenado la frente de un capitán "Celín Gutiérrez de Soto" con una cuchillada que "en Guadarrama paró, por ser la tierra más alta". Este relato absurdo provoca el debate del Licenciado sobre la existencia de leyes para tales hechos.
El Alférez también presenta a otros personajes que frecuentan las Gradas: Don Martín de Herrera, un hombre "todo suspiros, ansias y querellas", cuya única "tema [es] galantear doncellas"; el Licenciado Celedón, un "gran sujeto y gran letrado" que fue alcalde mayor y a todo le "saca un texto de repente", el cual viene a las Gradas por su "deseo" de una doncellita guardada por una tía "tan maldita, que la sierpe de Adán fue ángel con ella"; y Yáñez, un "vejete" que es "archivo de todos los sucesos más extraños" y "trae la novedad y la pregona".
La llegada de Doña Cecilia Maldonado, una viuda, acompañada de su sobrina Doña Francisca, su criada Margarita y el escudero Chichón, marca un punto de inflexión. Doña Cecilia es extremadamente estricta y controladora con Francisca, a quien prohíbe mirar a nadie. Margarita, la criada, revela en apartes que su ama es celosa y envidiosa, queriendo para sí a los galanes de su sobrina. Francisca, por su parte, confiesa a Margarita su deseo de casarse para "verme libre de tía". Don Martín y el Licenciado intentan cortejar a Francisca, pero Lisardo y el Alférez, observando la situación, urden un plan. Lisardo pide al Licenciado que le "haga espaldas" para hablar con las señoras, y luego lo desvía para que hable con Doña Cecilia, mientras él mismo se acerca a Francisca. El Alférez, por su parte, distrae a Don Martín.
Chichón, el escudero de Doña Cecilia, a pesar de su "simpleza", se muestra sorprendentemente lúcido y directo. Él le dice al Licenciado que para hablar con su ama necesita una "bula". También explica por qué Doña Cecilia es tan posesiva: "ella no es la enamorada". Tras el frustrado intento de los galanes en las Gradas, Francisca y Margarita expresan su descontento con la tiranía de Doña Cecilia. Es aquí donde Chichón y Margarita ofrecen profundas reflexiones a través de analogías. Chichón explica a Doña Cecilia que su excesiva prohibición es contraproducente: "La mula que hambrienta va / camina, y si halla un sembrado / que a tiro de diente está... Si de amor hambrientas van / y usted no las trata bien, / en parlar ¿qué mucho harán, / si a tiro de lengua ven / el alcacer del galán?". Es decir, prohibir algo con vehemencia a menudo lo hace más deseable. Margarita refuerza esta idea con la analogía de los tomates, que durante la peste "nadie a ochavo los quería; / y cuando faltar los vieron, / tanto el deseo crecía, / que a real de a ocho valieron". Francisca también argumenta: "por quererla afinar, / se suele quebrar la cuerda" y que la privación "donde falta el apetito" es inútil, pero a veces "el sentirlo quiere / lo que no quisiera, / porque lo ve prohibido".
Lisardo y el Alférez logran obtener información crucial de Chichón, quien, con su característica franqueza, describe a Doña Cecilia como una mujer "libidinosa" que "por marido revienta" y "treinta tiene", mientras Francisca es una "santita, mas grandísima bellaca". Lo más importante, Chichón revela que la viuda es Doña Cecilia Maldonado. Lisardo se da cuenta de que Doña Cecilia es la hermana del Capitán Maldonado, quien les dio una carta de recomendación en Flandes. El Alférez propone un plan audaz: falsificar la carta del Capitán Maldonado para conseguir "que nos hospede en su casa". Lisardo está inicialmente escéptico de "asaltarla a escala vista" o hacer "una mina", pero la idea de la carta falsa, que el Alférez se compromete a "dibujar" y "contrahacer" la firma, les parece una "brava introducción".
El plan se ejecuta rápidamente. Lisardo y el Alférez se presentan en casa de Doña Cecilia con la carta falsa. Doña Cecilia, reconociendo la firma de su hermano, los recibe con gran hospitalidad, ofreciéndoles su casa: "Será vuestra esta casa". Lisardo aprovecha la ocasión para pedir permiso para dar un abrazo a Francisca "en nombre de su tío". A pesar de la renuencia inicial de Doña Cecilia, el abrazo se produce, y Francisca, con una doble intención, le dice a Lisardo: "Pues, Señor, los brazos míos / tomad, y el alma con ellos, / que os la doy para mi tío".
La Jornada Primera culmina con Lisardo y Francisca, así como Margarita y el Alférez, estableciendo una conexión inmediata bajo la mirada de Doña Cecilia, quien ya ve a Lisardo como un "lindo mozo". La intriga está servida, prometiendo más enredos y galanteos en las jornadas siguientes.
Blas Molina