Según nos contaba estos días la prensa del régimen, al margen de meter el discurso catastrofista con telediarios donde dedican casi el cuarto de hora a informar de que hace calor en verano, el gobierno va a proceder a rastrear en las redes eso que denominan "discursos de odio" de la ultraderecha contra la comunidad musulmana.

Es difícil explicar la peculiar singularidad que alberga el sentido del olfato de un gobierno, que es incapaz de percibir el hedor de una corrupción que les llega al cuello en sesiones de mañana, tarde y noche, mientras por el contrario, se desenvuelven como unos verdaderos linces a la hora de rastrear todo aquello que rompe con su discurso.

Con todo, por muchas sanciones y leyes anti odio que se saquen de la manga, lo de la defensa que libran en favor del islam y la invasión multicultural tercermundista, es una batalla que comienzan a tener pérdida. Paso a paso, lenta pero inexorablemente, en España, como en Francia, Italia, Alemania, Irlanda y media Europa, el proceso es el mismo: cuanta más inmigración procedente del Norte de África vaya llegando, más contribuirá a despertar al autóctono, harto de que a su hija, su padre, madre o incluso suegra, tenga que mirar cada vez que cruzan la calle por si se les acerca el típico "amego" que suele andar sobrado de machete, pero falto de "segarro".

El punto cómico del asunto, a cuenta de lo de Jumilla o la playa granadina, lo vuelve a poner una vez más, la corte de paleo-progres y furcias mediáticas sincronizadas. Era tal, el otro día, la indignación de la Santaolalla en la 1, protestando por la no cesión de espacios públicos para un acto religioso, por supuesto el musulmán, que si llega a estar en directo tres segundos más, la cabeza le hubiese girado por completo tal y como a la niña del exorcista.

¡Quién los ha visto y quien los ve! Indignados porque un ayuntamiento concreto no quiere ceder espacios públicos para una religión. ¡Espacios públicos y defensa de una religión en la misma frase! Indignados y ofendidísimos por este atentado a una fe concreta, la misma cuadrilla que han coreado hasta el éxtasis aquello de "la religión fuera de las aulas", lo de "la mejor iglesia es la que arde", "hay que quemar la Conferencia Episcopal" y todos aquellos lemas producto de un odio anticatólico de los descendientes y continuadores de una ideología, que desencadenó, hace casi un siglo, la mayor matanza de católicos de la historia, en territorio patrio. ¡Y eso que perdieron la guerra!

Por cierto, una Conferencia Episcopal que no ha tardado ni un segundo en correr a alinearse con el gobierno y con el mundo "progre" sacándole la cara al islam. Ya podrían haberse tomado la mitad de interés en proteger el Valle de todas las canalladas que lleva perpetrando el gobierno, profanaciones incluidas.