De fuera vendrá quien de casa nos echará (IV)
de Agustín Moreto
De fuera vendrá quien de casa nos echará (IV)
de Agustín Moreto
Agustín Moreto y Cavana (1618-1669) fue uno de los dramaturgos más destacados del Siglo de Oro español, aunque su figura ha quedado a menudo eclipsada por gigantes como Lope de Vega o Calderón de la Barca. Nacido en Madrid en el seno de una familia acomodada, estudió en Alcalá de Henares y se ordenó sacerdote, aunque dedicó su vida principalmente al teatro. Discípulo de Calderón, Moreto perfeccionó el arte de la comedia de enredo, dotándola de una profundidad psicológica y una ironía social que la distinguen de otras obras del período. Su producción incluye joyas como "El lindo don Diego" o "El desdén con el desdén", pero "De fuera vendrá quien nos echará de casa" destaca como un ejemplo perfecto de su maestría para combinar humor, crítica social y aguda observación de las costumbres de su tiempo.
La obra nos transporta al Madrid del siglo XVII, una ciudad bulliciosa donde las apariencias y el honor regían la vida cotidiana. El argumento sigue las peripecias de Lisardo, un capitán arruinado por el juego, y su fiel pero fanfarrón alférez, quienes deciden engañar a Doña Cecilia, una viuda adinerada y estricta, para conseguir refugio y dinero. La trama se complica cuando Lisardo finge estar enamorado de la propia viuda para ocultar su verdadero interés por su sobrina, Doña Francisca, una joven inteligente y reprimida que anhela escapar del control de su tía.
Los equívocos se multiplican: cartas falsificadas, identidades inventadas, celos mal dirigidos y un sinfín de situaciones cómicas que culminan con la llegada inesperada del Capitán Maldonado, hermano de Doña Cecilia, quien descubre el engaño. El desenlace, típico del teatro barroco, resuelve los conflictos con matrimonios apresurados y alianzas forzadas, dejando al descubierto las contradicciones de aquellas personas que no pudiendo alcanzar el ideal del honor exigido por la sociedad, se hacen permeables a la manipulación.
Como toda gran comedia del Siglo de Oro, esta obra va más allá del simple entretenimiento y ofrece una mirada crítica sobre su época, tratando temas clásicos como el honor, el amor o la hipocresía.
El honor como prisión social: La obsesión por la reputación condiciona las acciones de los personajes. Doña Cecilia impone una moral estricta a su sobrina mientras ella misma sucumbe a los halagos de Lisardo. El Capitán Maldonado, al descubrir el engaño, prioriza salvar las apariencias antes que la justicia.
El amor como fuerza liberadora: Doña Francisca representa a la mujer inteligente que lucha por su autonomía en un mundo dominado por convenciones. Su romance con Lisardo, aunque nacido del engaño, se convierte en una vía de escape.
La hipocresía de las apariencias: Moreto retrata con ironía a aquellos que predican la virtud pero no siempre la practican. Los personajes más moralistas (como Doña Cecilia o el Licenciado Celedón) son, paradójicamente, los más ridiculizados.
El ingenio como supervivencia: Lisardo, a pesar de sus mentiras, encarna el ideal barroco del hombre astuto que se abre paso en un mundo hostil. Su capacidad para improvisar soluciones lo convierte en un antihéroe carismático.
La genialidad de Moreto se manifiesta en la construcción de personajes que, aunque responden a arquetipos del teatro barroco, poseen una humanidad que los hace universales. Lisardo, un galán atípico, más tramposo que heroico, pero cuya audacia y encanto lo redimen. Representa al hombre de ingenio que triunfa en una sociedad rígida.
Doña Francisca, una de las figuras femeninas más interesantes del teatro del XVII. Lejos de ser una dama pasiva, cuestiona a su tía y exige a Lisardo que asuma su compromiso. Doña Cecilia, viuda entre ridícula y patética, su personaje es una crítica mordaz a la doble moral. Su final, casada a la fuerza con el pomposo Licenciado Celedón, es una ironía sobre el destino de las mujeres en su posición. Chichón, el gracioso, encarna el humor popular con sus malentendidos lingüísticos (como confundir "notario" con "perdulario") y su lealtad desinteresada. Su boda con la criada Margarita cierra la obra con un guiño a las clases populares.
En una era dominada por el entretenimiento rápido y efímero, las obras del Siglo de Oro siguen ofreciendo algo único: diálogos brillantes, conflictos humanos eternos y una conexión directa con nuestras raíces culturales. "De fuera vendrá quien nos echará de casa" no es solo un artefacto histórico; es una comedia viva, llena de situaciones que podrían trasladarse a cualquier serie o película actual.
Sin embargo, su valor va más allá de lo artístico. Estas obras guardan nuestra identidad lingüística y social, mostrando cómo el español se enriquecía con juegos de palabras y refranes, y cómo temas como el honor, la libertad femenina o la lucha por ascender socialmente siguen resonando hoy.
Es hora de que el teatro clásico español ocupe el lugar que merece: en los escenarios, en las escuelas y en el debate cultural. Mientras producciones extranjeras basadas en obras de Shakespeare se adaptan una y otra vez, nuestras joyas barrocas languidecen en el olvido. ¿Por qué no ver una versión moderna de esta comedia, con su sátira social y sus enredos, en plataformas como Netflix o en teatros comerciales?
Moreto y sus contemporáneos nos legaron un tesoro. Recuperémoslo, no por nostalgia, sino porque su calidad, ingenio y profundidad superan en gran medida al ocio actual. El Siglo de Oro no fue sólo un pasado glorioso: puede ser, si luchamos por ello, un futuro vibrante para nuestra cultura.
Blas Molina