La traición en la amistad (2)
de Maria Zayas Sotomayor
La traición en la amistad (2)
de Maria Zayas Sotomayor
Marcia, joven e impetuosa, confiesa a su amiga Fenisa su amor por el galán Liseo, ignorando que Fenisa también arde por él. La amistad se resquebraja cuando Fenisa, herida y astuta, inicia un juego de engaños: seduce a Don Juan para ocultar su pasión, mientras manipula a Liseo con una falsa carta de amor. Entre tanto, Gerardo sufre el desdén de Marcia, y Laura, abandonada por Liseo, jura venganza. El escenario queda listo para un drama donde nadie es quien dice ser, y el amor solo es el disfraz de la traición.
Jornada II: La madeja de las pasiones se enreda aún más en la corte.
La segunda jornada irrumpe con la zozobra del alma enamorada. Marcia, en soledad, define lo que es el amor: "Amar el día, aborrecer el día, / llamar la noche y despreciarla luego; / temer el fuego y acercarse el fuego, / tener a un tiempo pena y alegría". Esta retahíla de opuestos revela la tortura del amor no resuelto, un laberinto de sentimientos donde la razón se halla atada y la osadía campa libre.
Pronto, la entrada de Belisa introduce un nuevo elemento en el juego. Una dama "bizarra y de lindo talle" desea hablar con Marcia. La expectación crece con la descripción que Belisa hace de la misteriosa visitante, una mujer de "fama" y "gallardía", cuya sola presencia promete sacar a Marcia de su "confusión".
La aparición de Laura, envuelta en un manto, no disipa la incertidumbre, sino que la intensifica. La impresión que causa Laura en Marcia es inmediata: "No sale, prima, el aurora / con tan grande presunción. / ¡Buen talle! Seáis bienvenida." Sin embargo, Laura se muestra turbada, confesando a Marcia que su extremada belleza la ha "turbado y casi estoy / muerta de amores en veros". Esta respuesta sorprende a Marcia y a Belisa, sembrando la duda sobre las verdaderas intenciones de la recién llegada.
Laura, en un gesto de entrega total, ofrece a Marcia no solo su alma, sino también su rostro: "Solo en el ser desgraciada / soy hermosa, y si en despojos / el alma, señora, os doy, / tomad el rostro también.". La intensidad de sus palabras y el temblor que Marcia percibe en ella evidencian una pasión profunda y, quizás, desesperada.
La presentación formal revela la identidad de la misteriosa dama: Laura. Belisa, con su ingenio, la compara con Dafne: "Con razón tomáis / tal nombre, pues ya estaré / segura que a Dafne veo / hoy en laurel convertida." Marcia, conmovida, expresa su deseo de no causarle el mismo sufrimiento que ella padece.
En un giro dramático, Laura confiesa la razón de su visita: está perdidamente enamorada de Liseo, el mismo hombre que tiene prendado el corazón de Marcia. "Supe, Marcia, que Liseo, / que este es el traidor ingrato / que en tal ocasión me ha puesto, / te adora a ti." Este reconocimiento de la mutua desgracia une a las dos mujeres en un sentimiento compartido de traición.
Pero la revelación no termina ahí. Laura desvela una verdad aún más amarga: Liseo no solo la desprecia a ella, sino que también engaña a Marcia, pues su verdadero amor y pasatiempo es Fenisa. "que es justo, porque tomemos / venganza las dos, que sepas… / que ama a Fenisa, tu amiga, / que a ti te engaña cumpliendo / con traiciones, que Fenisa / es su gusto y pasatiempo." La noticia cae como un jarro de agua fría sobre Marcia, confrontándola con la doblez de Liseo y la traición de su amiga.
Ante este cúmulo de desdichas, Marcia promete venganza contra Fenisa y ofrece refugio a Laura. quien atisba la posibilidad de recuperar a Liseo: “Sí, amiga, porque no quiero / vida, hacienda y gusto, honor, / si a mi dueño ingrato pierdo." Juntas, traman un plan para engañar a Leonardo y permitir que Laura permanezca con Marcia en secreto. Laura, por su parte, planea escribir una carta a Liseo anunciando su intención de tomar los hábitos, esperando así avivar su menguado amor a través del remordimiento.
En medio de esta confidencia, Belisa irrumpe en escena, revelando que ella también ha sido agraviada por Felisa. "Que pierdo / el juicio imaginando / tal traición y que, si puedo, / le he de quitar a don Juan, / mi antiguo y querido dueño, / que también le persuadió / a que no me viese.” La traición parece ser la moneda corriente en estos juegos de corte.
Marcia, con determinación, insta a Belisa a recuperar el afecto de Don Juan: "Procura, prima, que vuelva / a su pasado deseo, / que fácil será de hacer / con persuasiones y ruegos.". Las tres mujeres, cada una herida por la falsedad masculina, se unen en un frente común.
La aparición de Don Juan obliga a Marcia y Laura a retirarse, dejando a Belisa sola para enfrentarse a su antiguo amante. El encuentro es un torbellino de reproches y recriminaciones. Belisa acusa a Don Juan de su ingratitud y olvido, recordando el tiempo en que él solicitó su amor para luego despreciarla. "¿Por Fenisa me preguntas, / tirano, y no miras juntas / mi ofensa y libertad? / ¿No conoces tu maldad / y mi rigor no barruntas?". Don Juan intenta justificarse, pero Belisa se muestra implacable, rechazando sus palabras y exigiendo venganza por el daño causado.
Don Juan, desconcertado por la frialdad de Belisa, intenta despertar su compasión, pero ella se mantiene firme en su resentimiento, recordando su amor por Fenisa. "Cuando adoras a Fenisa, / por quien mi gusto perdí, / ¿enamoras a Belisa?". Sin embargo, Don Juan insiste en su arrepentimiento y declara que solo los ojos de Belisa son los que estima.
En un tira y afloja propio de los juegos amorosos, Belisa finge ceder a las súplicas de Don Juan, pero no sin antes dejarle claro su desdén por sus engaños pasados y presentes. "Basta, don Juan, ¿qué me tienes / por necia, pues, que a mí misma / me preguntas esas cosas / y en que las diga porfías?" Finalmente, ante la insistencia de Don Juan y, quizás, movida por un deseo de venganza contra Fenisa, Belisa parece reconciliarse con él, aunque no sin reservas. "¿Cómo te podrá creer / quien teme que tu malicia, / como primero, me engaña?". La escena termina con una tensa reconciliación y salen ambos juntos a ver a Marcia.
La siguiente escena presenta a Liseo y León. Liseo presume de su actitud, espera casarse con Marcia y reconoce que Felisa es sólo un juego: “León, si yo a Fenisa galanteo, / es con engaños, burlas y mentira, / no más de por cumplir con mi deseo; / a sola Marcia mi nobleza aspira. / Ella ha de ser mi esposa, que Fenisa / es burla.” Liseo, que acaba de recibir la carta de Laura, se muestra ajeno al sufrimiento que le ha causado, interpretando su decisión de tomar los hábitos como una liberación. "sus penas estimo en nada. / Viva mi amada Fenisa, / estime mis penas Marcia / y haga de sí lo que dice / la ya aborrecida Laura." Su egocentrismo y crueldad se manifiestan en su desprecio por los sentimientos de Laura. Herido en su orgullo y en un acto de soberbia, rompe la carta de Laura, declarando que tanto ella como sus palabras quedarán borradas de su memoria. "Hoy para conmigo acaba, / y así este papel y ella / quedarán por esta causa / borrados de mi memoria, / como escritos en el agua.".
La situación se complica al irrumpir Fenisa, que ha visto como Liseo rompe una carta. Fenisa cree que la carta es de Marcia: “Pues es Marcia la que estimas, / déjame y vete con Marcia.” Pero Liseo le reconoce que es de Laura: “Deja a Marcia, no la culpes. / pues que no ha sido la causa. / Coge, ingrata, los pedazos, / y en ellos verás que Laura / -mujer que no la merezco, / ni con ninguna se iguala-, / cansada de mis tibiezas / y de mi rigor cansada, / me dice que a Dios escoge / y de mi rigor se aparta.” Fenisa recrimina a Liseo por su crueldad hacia Laura y, en un arrebato de celos, arremete contra León. La tensión entre Liseo y Fenisa es palpable, marcada por acusaciones y reproches mutuos. A pesar de las disputas, Liseo intenta apaciguar a Fenisa, reafirmando su amor por ella. Los diálogos entre Liseo y Fenisa revelan una relación basada en la manipulación y el engaño mutuo. Fenisa, a pesar de sus celos, parece susceptible a las promesas de Liseo, quien jura su amor y reniega de Marcia y Laura. León, testigo mudo de esta farsa, comenta en apartes la hipocresía de la situación.
La escena concluye con Fenisa urdiendo nuevos engaños, mientras despide a Liseo con la promesa de encontrarse en el Prado. Su soliloquio final revela una naturaleza volátil y una necesidad constante de tener múltiples amantes. "Gallarda condición, Cupido, tengo, / muchos amantes en mi alma caben; / mi nuevo amartelar todas alaben, / guardando la opinión que yo mantengo: / hombres, así vuestros engaños vengo."
La llegada de Lucía anunciando las visitas de Gerardo y Lauro confirma la inclinación de Fenisa por la multiplicidad amorosa y su habilidad para mantener a varios hombres prendados de ella simultáneamente. Lucía le cuenta a Fenisa que Celia, la criada de Marcia, vino a preguntar por qué no la visita. Fenisa admite que evita a Marcia por vergüenza de haberle quitado a Liseo y porque él se lo pidió. Fenisa pregunta por Don Juan y manda a Lucía a visitarlo al día siguiente. Gerardo entra y se queja ante Fenisa del desdén de Marcia y de su supuesto amor por Liseo. Fenisa finge compasión y le sugiere a Gerardo que la olvide y se fije en ella, declarándole su amor: “Mil veces, Gerardo, he dicho, / y tú escucharme no quieres, / que padezco por tu causa / lo que por Marcia padeces; / y por esos ojos juro / adorarte si me quieres, / regalarte si me estimas, / mirar por tu gusto siempre.” Gerardo la rechaza con desprecio, reafirmando su amor por Marcia y marchándose. Fenisa se lamenta brevemente pero sale decidida a seguir con sus engaños.
Entran Marcia, Belisa y Laura. Belisa les cuenta que Don Juan ahora la ama y ha renegado de Fenisa: “Me adora, me requiebra y pide humilde / le perdone el delito cometido / contra el amor que a mi firmeza debe.” Marcia por su parte confiesa que, debido al engaño de Liseo y la constante fidelidad de Gerardo, ahora siente afecto por él: “en mi alma, / en Liseo trasformada, conociendo su engaño, en lugar suyo / aposento a Gerardo”. Belisa y Laura felicitan a Marcia por sus nuevos sentimientos hacia Gerardo. Marcia encarga a Belisa que busque a Gerardo y le diga que lo ama.
Belisa se queda sola, feliz por el cambio en Marcia. En esto regresa Don Juan y ambos se expresan amor. Belisa le pregunta por Fenisa. Don Juan le responde que fue al Prado donde Lucía le dijo que Fenisa lo esperaba. Allí vio a Fenisa con Lauro y luego con Liseo, mostrando afecto con ambos. Don Juan relata que, habiendo sido testigo de todo esto, se enfrentó a Fenisa. aunque no la hirió físicamente por consideración a Belisa. Belisa se lo agradece: “Bien hiciste, que es crueldad, / y a las mujeres de prendas / les basta para castigo / no hacer, don Juan, caso de ellas.”
Don Juan continúa contando que encontrándose con Liseo lo empujó al interior de una iglesia para hablar con él.
Don Juan afirma que ahora es completamente de Belisa, ya que Fenisa ha sido "castigada". Belisa se muestra algo compasiva con Fenisa pero acepta las palabras de Don Juan. Belisa sugiere que le cuenten todo a Marcia para demostrar la sinceridad de Don Juan y le pide que busque a Gerardo porque Marcia desea hablar con él. Don Juan acepta, concluyendo así la jornada.
Blas Molina