Fuente Ovejuna
Comedia de Lope de Vega Carpio
Fuente Ovejuna
Comedia de Lope de Vega Carpio
En la misma semana que comienza el nuevo curso y que Perez Reverte publica su nueva novela del Capitán Alatriste, resucitando a su manera negrolegendaria el Siglo de Oro, nosotros llegamos en nuestro camino español a una de las plazas más grandes, la de Fuente Ovejuna.
Fuente Ovejuna, la inmortal obra de Lope de Vega, trasciende los límites del teatro para erigirse en un poderoso símbolo atemporal. Más allá de su trama dramática, la pieza es un profundo estudio sobre los pilares que sostienen y derriban el poder: la justicia popular, el honor colectivo y la lucha contra la tiranía. Este drama no solo narra la opresión sufrida por un pueblo a manos del cruel Comendador Fernán Gómez, sino que glorifica su transformación: de víctimas sumisas a un único protagonista colectivo que, movido por una afrenta insoportable, se alza en rebelión para reclamar su dignidad.
A través de sus tres actos, Lope de Vega teje magistralmente la evolución del conflicto, desde la semilla de la injusticia hasta el levantamiento y su singular resolución ante los Reyes Católicos. La obra presenta un elenco de personajes inolvidables—desde la valiente Laurencia y el decidido Frondoso hasta el gracioso pero sufrido Mengo y el honorable alcalde Esteban—que encarnan las virtudes y el sufrimiento del pueblo llano.
Lope de Vega construye en esta obra, una monumental reflexión sobre la libertad y la identidad colectiva, idealizando a la monarquía como el faro de la justicia última (así lo fueron los Reyes Católicos y los Austrias, nada que ver con los Borbones) mientras canta, con fuerza vibrante, la epopeya de un pueblo que prefiere morir unido antes que vivir en la indignidad. Fuente Ovejuna no es solo una obra clásica; es un espejo que, siglo tras siglo, sigue reflejando la eterna lucha por la justicia y, lo que un día, hace ya mucho tiempo, significó ser español.
Acto Primero. Fuente Ovejuna, semilla de rebeldía.
El Acto Primero introduce a los personajes principales y establece el conflicto central que desencadenará la trama. La escena inicial nos presenta al Comendador Fernán Gómez de Guzmán, quien llega a la villa de Fuente Ovejuna acompañado de sus criados, Flores y Ortuño. Desde el principio, el Comendador se muestra arrogante y desdeñoso, cuestionando si el joven Maestre de Calatrava, Rodrigo Téllez Girón, conoce su nombre y posición. Sus criados, aunque en un tono adulador, le advierten sobre los peligros de la descortesía, señalando que "es entre desiguales / linaje de tiranía".
Poco después, el Maestre de Calatrava aparece, disculpándose por no haberlo recibido antes. El Comendador, con un tono de falsa afabilidad, lo reprende por su falta de atención, recordándole su obligación hacia él como su Comendador. A continuación, Fernán Gómez se embarca en un discurso persuasivo, instando al joven Maestre a unirse a la causa de sus deudos y tomar Ciudad Real en apoyo del rey portugués Don Alonso, quien pretende el trono de Castilla por su esposa, en contra de Isabel y Fernando. El Comendador lo incita a la guerra, recordándole el linaje de los Urueña y Villena, y le dice: "Sacad esa blanca espada, / que habéis de hacer, peleando, / tan roja como la cruz". El Maestre, influenciado por el Comendador y buscando probar su valía a pesar de su juventud, acepta de inmediato y promete: "Sacaré la blanca espada, / para que quede su luz / de la color de la cruz, / de roja sangre bañada". El Comendador, quien reside en Fuente Ovejuna, le ofrece a sus criados para la batalla, destacando la humildad de la gente del pueblo, no entrenada en escuadrones sino en labores agrícolas.
Tras la partida del Maestre, la escena cambia a las labradoras Pascuala y Laurencia, quienes conversan sobre el Comendador. Laurencia expresa su hartazgo y repulsión hacia él, deseando no volver a verlo en Fuente Ovejuna, y condena la infamia que causa en las mozas de la villa. A pesar de los intentos de Flores y Ortuño por persuadirla con regalos, Laurencia se mantiene firme, declarando: "mas no serán poderosas / para contrastar mi pecho". Ella valora mucho más la sencilla vida en el campo: "más precio poner, / Pascuala de madrugada, / un pedazo de lunada / al huego para comer, / con tanto zalacatón / de una rosca que yo amaso". Pascuala secunda sus quejas, comparando a los hombres con gorriones que solo buscan interés y luego olvidan los favores recibidos.
Posteriormente, entran Mengo, Barrildo y Frondoso, quienes están en medio de una discusión sobre el amor. Frondoso, con un lenguaje retórico, saluda a las mujeres como "hermosas damas", explicando que es costumbre usar eufemismos para describir a las personas. Laurencia le responde con una lista de descortesías, donde lo positivo se convierte en negativo. La contienda entre los hombres gira en torno a si existe el amor. Mengo defiende que "nadie tiene amor / más que a su misma persona", argumentando que todo acto se reduce al amor propio y al placer personal. Barrildo, en cambio, postula que el mundo es armonía y que "Armonía es puro amor, / porque el amor es concierto" , citando incluso a un tal Platón que enseñaba a amar el alma.
La conversación se interrumpe con la llegada de Flores, el criado del Comendador. Este narra con gran detalle y viveza la reciente victoria del Maestre de Calatrava y el Comendador sobre Ciudad Real. Describe la apariencia del joven Maestre, con su casaca verde bordada y su brioso bridón, y al Comendador, con su armadura reluciente y casaca naranjada. Flores relata cómo la ciudad fue tomada con gran resistencia y las crueles represalias del Maestre: cortar cabezas a los rebeldes y azotar públicamente a la plebe con mordazas. Concluye su relato afirmando el gran temor y amor que el Maestre infunde y las mercedes que ha concedido a todos, incluido el Comendador.
Inmediatamente después, el Comendador llega a Fuente Ovejuna y es recibido triunfalmente por los labradores con cantos de alabanza: "Sea bien venido / el Comendadore / de rendir las tierras / y matar los hombres. / ¡Vivan los Guzmanes! / ¡Vivan los Girones!". Esteban y Alonso, los alcaldes, le presentan humildes regalos del pueblo: cestas de barro, gansos, cebones, capones, gallinas y cueros de vino, enfatizando que "si no es oro el amor de los vasallos".
Sin embargo, tras el recibimiento, el Comendador detiene a Laurencia y Pascuala, intentando forzarlas a entrar en su casa. A pesar de la resistencia de las mujeres, Laurencia desafía al Comendador: "Reviente de mal dolor". Flores y Ortuño las presionan, pero las labradoras logran escapar.
Mientras tanto, en la corte, los Reyes Católicos, Don Fernando y Doña Isabel, conversan con Don Manrique sobre la amenaza de Alfonso de Portugal y la necesidad de actuar rápidamente. Llegan dos regidores de Ciudad Real a pedir amparo real. Narran cómo el Maestre de Calatrava, incitado y aconsejado por Fernán Gómez, tomó su ciudad, causando gran destrucción y sometiéndolos. Informan que el Comendador reside en Fuente Ovejuna, donde abusa de sus súbditos. El Rey decide enviar a Don Manrique y al conde de Cabra para remediar la situación.
De vuelta en Fuente Ovejuna, Laurencia y Frondoso tienen una conversación íntima. Laurencia, aunque le expresa su preocupación por los rumores y la maledicencia del pueblo, que ya los considera una pareja, le confiesa que empieza a sentir algo por él. Frondoso le declara su amor apasionado y su deseo de casarse con ella: "Tal me tienen tus desdenes, / bella Laurencia, que tomo, / en el peligro de verte, / la vida, cuando te oigo". Ella le pide que hable con su tío Juan Rojo, lo que sugiere un paso hacia la aceptación.
En ese momento, aparece el Comendador, que venía de cazar, y ve a Laurencia, a quien llama "bella gama". Laurencia intenta huir, pero el Comendador la acosa, recordándole que otras mujeres casadas de la villa se han rendido a sus deseos. Laurencia, indignada, lo tilda de "demonio" por su persecución y, cuando el Comendador baja su ballesta y se dispone a forzarla, Frondoso interviene valientemente. Frondoso toma la ballesta del Comendador y, a pesar del asombro que le causa la cruz de Calatrava del noble, le advierte: "dejad la moza, o creed / que de mi agravio y enojo / será blanco vuestro pecho, / aunque la cruz me da asombro". Laurencia huye mientras el Comendador lo llama "Perro, villano". Furioso, el Comendador le exige que suelte la ballesta, pero Frondoso, argumentando que es para defender su vida, escapa con ella. El Comendador, humillado y ultrajado, jura venganza por el agravio sufrido.
Blas Molina