En semanas anteriores éramos conscientes de que, poco a poco, iban encajando las piezas de este monumental organigrama mafioso al amparo de un gobierno que, solo un ignorante o necio podía justificar, otorgando credibilidad a la postura de determinados cargos del PSOE cuando achacaban todo a una campaña de desprestigio diseminada por la "ultraderecha".
El 1 de junio de 1851 nació Isaac Peral en Cartagena.
Científico, marino y militar español, teniente de navío de la Armada e inventor del primer submarino torpedero, conocido como el submarino Peral.
En 1866 ingresó en la Armada, obteniendo una gran formación técnica, y sirviendo en el Observatorio Astronómico de San Fernando, la Comisión Hidrográfica y la nueva Escuela de la Armada, en la que ejerció de profesor de Física y Química.
Empezó a interesarse por la navegación submarina, al mismo tiempo que otros ingenieros e inventores –como el también español Narciso Monturiol-. Empleó algunas técnicas importadas de otros países, pero sus invenciones resultaron decisivas, sobre todo en el empleo de energía eléctrica para la propulsión submarina.
En nuestro “camino español” por el teatro del Siglo de Oro, nos hemos detenido estas semanas en una obra cuyo manuscrito original se perdió y se reconstruyó a partir de copias: El Esclavo del Demonio (1612), escrita por Antonio Mira de Amescua en pleno esplendor del Barroco. Esta obra, que combina drama religioso, intriga y elementos sobrenaturales, sigue siendo hoy un testimonio de la audacia creativa de una época irrepetible. Mira de Amescua (1577-1644), sacerdote y poeta granadino, fue un autor prolífico pero ensombrecido por los gigantes Lope de Vega o Calderón. En plena Contrarreforma, cuando la Iglesia combatía la herejía, él creó una obra audaz: mezcló la leyenda de San Gil de Portugal (un santo que pactó con el diablo) con elementos de Fausto, anticipándose a Goethe en dos siglos.
El pasado viernes, 30 de mayo, tenía lugar en la Sala Azul del Casino de Huesca, el acto de entrega de premios y la correspondiente clausura del Primer Concurso Literario Juvenil Alfonso Paso, organizado por la asociación TAS Raíces.
En esta primera edición del Concurso, cuyo ámbito ha sido el aragonés, han participado escolares de edades comprendidas entre los 10 y los 18 años, que han presentado a dicho concurso una serie de relatos en prosa de temática diversa.
La redención de penas en el Valle de los Caídos
¿Cómo se construyó el Valle de los Caídos? Es lugar común -moda, más bien- decir ahora que fue a golpe de látigo con mano de obra esclava. Pero nada más lejos de la realidad, sobre un monumento dedicado a la memoria y el descanso de los españoles que murieron durante la Guerra Civil, sin distinción del campo en el que combatieron.
En una obra perfectamente documentada, de lectura densa precisamente por eso, Bárcena acude a las fuentes primarias para evitar la contaminación ideológica que otras posteriores pudieran tener. Destacan por su importancia: el testimonio de los propios reclusos, el archivo del Consejo de las Obras del Monumento Nacional a los Caídos, y el archivo del Patronato Central para la Redención de Penas.
De los dos últimos se obtienen datos fundamentales: Dónde se alojaban los constructores, qué emolumentos percibían y hasta qué comían. Que las plantillas eran mixtas de obreros libres y reclusos voluntarios, y que recibían éstos el mismo tratamiento que aquellos. Y no fue un trato malo, puesto que cobraban por encima de la media de la época e incluso tuvieron derecho a que se les diera un piso en propiedad al acabar las obras. A todos, a libres y reclusos. Estos últimos, además, se beneficiaban del sistema de redención de penas por el trabajo.