14 de septiembre de 2025
Hipocresía criminal
14 de septiembre de 2025
Hipocresía criminal
Según nos dice el diccionario de la Real Academia Española, la hipocresía es "el fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o no experimentan", algo que perfectamente podemos aplicar a un Pablo Iglesias que públicamente abogaba en su momento por la educación pública tildando de racista y clasista a quien prefería la concertada o la privada, y que finalmente ha optado por un colegio privado para educar a sus hijos.
Puestos a hablar sobre hipocresía, lo del Marqués de Galapagar queda, con todo, como mera anécdota si nos atenemos a aspectos aún más importantes donde esa hipocresía en el ámbito de la izquierda woke, llega a unos extremos realmente asquerosos.
La prueba la tenemos con dos asesinatos acontecidos hace tan solo unos días sobre los que se han vertido no ríos, sino océanos de tinta y no precisamente "pacíficos".
Decía Dominique Venner que cualquiera que predicase el amor al agresor, no era un moralista, sino un cómplice. No podemos estar más de acuerdo con esta afirmación, máxime con estos asesinatos mencionados. El primero, el de un conocido activista norteamericano cercano a Trump, Charlie Kirk, que era asesinado de un certero disparo ante cientos de personas.
Todos aquellos que escucharon a Kirk en sus numerosos vídeos y que aún conservan esos dos dedos de frente que a los sensatos se nos supone, destacan de Kirk que era alguien que estaba en permanente disposición a debatir con quien fuese, con la sana intención de contrastar posiciones.
En este sentido, son interesantes las afirmaciones de Attilio Sodi Russotto, cuando expresa, literalmente, que "la deformidad espiritual, propensa al materialismo y al solipsismo, no entiende el diálogo" y que "para el deforme, la normalidad, la serenidad y la cumbre son ofensas en sí mismas, que deben ser aniquiladas, de la manera más odiosa y cruel posible". Muy a tener en cuenta si queremos entender a quienes nos enfrentamos en realidad y hasta donde puede llevarnos eso que llamamos "moderación" y "diálogo".
Algún amigo me apuntaba, no sin falta de razón, que el asesinato de Kirk y todo el debate posterior nos está haciendo debatir sobre política interior norteamericana. Eso es cierto, pero también creo que en lo fundamental, es extrapolable a este lado del Atlántico. No tenemos más que leer los cientos y cientos de mensajes vomitados desde la izquierda, mostrando su baja catadura moral, alegrándose del asesinato por el simple hecho de que era un "fascista".
Porque la cuestión de fondo y lo verdaderamente terrible es esto: para un sector que representa a miles y miles de personas en nuestro país, el hecho de que se pueda asesinar a alguien porque es "fascista" está justificado, teniendo además en cuenta que ellos aplican la etiqueta de "fascista" a todo aquel que osa discernir de lo que ellos defienden. Pongamos ahora esta malvada intención de esta izquierda, en el contexto de 1936 y entenderemos en un santiamén por qué una serie de militares y civiles se sublevaron con el único objetivo de no acabar como Calvo Sotelo. Lo extraño, incluso, es que algunos pudieran tardar tanto en decidirse.
El otro caso al que nos referimos es el de la pobre chica ucraniana asesinada por un delincuente de raza negra de una manera salvaje en el metro, ante la pasividad del resto de personas, de la misma raza que el asesino.
Todos tenemos claro que si cambiamos el color de la piel de los protagonistas, el supuesto hecho de que un blanco asesinase a una indefensa chica negra, ante la pasividad de otros blancos, hubiese abierto telediarios durante meses, hubiera provocado miles de disturbios y que esa misma izquierda woke que justifica el asesinato de Kirk, arrasaría las calles de medio mundo, al rebuzno de "black lives matter". ¿Ustedes han visto alguna manifestación feminista protestando enérgicamente ante el vil asesinato de esta chica? Pues exactamente las mismas que convocan cada vez que una pobre chica española es violada por un "jovenlandes" de esos que nos reparten los gobiernos tan alegremente: ninguna. La conclusión es realmente vergonzosa: al feminismo oficial, la mujer, como tal, le importa una auténtica mierda, salvo cuando puede usarla electoralmente. Triste, pero real.
Lo peor no es constatar que en el caso de la ucraniana, el resto de "afroamericanos" no movieran un dedo para defenderla: lo peor es que todos sabemos que sí hubiesen sido blancos los testigos, seguramente tampoco hubieran hecho otra cosa, salvo mirar hacia otro lado, tal y como estas democracias occidentales nos han inculcado desde críos y que nos están llevando a un abismo del que será imposible salir con moderación y diálogo.
José Luis Morales