Como la actualidad siempre manda y habrán podido adivinar, nuestro editorial de esta semana trata irremediablemente sobre el apagón. Ya desde el primer momento del pasado lunes, cuando todos nos quedábamos sin electricidad, más de uno llegó a la conclusión, a modo de broma, de que con tantos enchufados en el gobierno, la sobrecarga era algo irremediable y fácilmente predecible.
El caso es que por primera vez y durante varias horas, un apagón total afectó a toda España peninsular, a Portugal, Andorra y parte de Francia, a pesar de que tanto Sánchez como varios de sus numerosos palmeros nos habían asegurado con anterioridad, con la caradura y el cinismo que les caracteriza, que algo así era impensable en un país como el nuestro.
A estas alturas y cuando estamos a punto de cumplir una semana, ni el Gobierno ni Red Eléctrica han salido a dar las explicaciones pertinentes para tratar de aclarar la causa real de semejante desastre...
La Jornada Segunda nos mostró a Enrico, un criminal devoto de su padre enfermo. Tras perder dinero en el juego y planear delitos, visita a su padre. El afecto paterno le lleva a perdonar a un anciano, Albano, a quien debía matar, pero mata a Otavio al negarse a devolver el pago por no cumplir el encargo. Huyendo del gobernador, sobrevive al lanzarse al mar. Mientras tanto, Paulo, que cree su destino ligado al de Enrico, se convierte en bandolero al considerarlo condenado. Paulo prueba a Enrico con una falsa ejecución, ofreciendo confesión. Enrico la rechaza, reconociendo su pecado pero confiando firmemente en la misericordia divina. Paulo desespera, pero Enrico insiste en que la esperanza en Dios es la clave . Enrico decide regresar por su padre, manteniendo su fe.
Jornada III. La salvación por la fe y la condenación por la desconfianza.
La Jornada Tercera nos sumerge en los momentos finales de Enrico y Paulo, revelando un sorprendente vuelco en sus destinos. Encerrados en prisión, ambos enfrentan la muerte, pero sus actitudes y los acontecimientos que les rodean marcan un contraste dramático que culmina en un desenlace aleccionador.
Hemos leído...
La redención de penas en el Valle de los Caídos, por Alberto Bárcena Pérez
¿Cómo se construyó el Valle de los Caídos? Es lugar común -moda, más bien- decir ahora que fue a golpe de látigo con mano de obra esclava. Pero nada más lejos de la realidad, sobre un monumento dedicado a la memoria y el descanso de los españoles que murieron durante la Guerra Civil, sin distinción del campo en el que combatieron.
En una obra perfectamente documentada, de lectura densa precisamente por eso, Bárcena acude a las fuentes primarias para evitar la contaminación ideológica que otras posteriores pudieran tener. Destacan por su importancia: el testimonio de los propios reclusos, el archivo del Consejo de las Obras del Monumento Nacional a los Caídos, y el archivo del Patronato Central para la Redención de Penas.
De los dos últimos se obtienen datos fundamentales: Dónde se alojaban los constructores, qué emolumentos percibían y hasta qué comían. Que las plantillas eran mixtas de obreros libres y reclusos voluntarios, y que recibían éstos el mismo tratamiento que aquellos. Y no fue un trato malo, puesto que cobraban por encima de la media de la época e incluso tuvieron derecho a que se les diera un piso en propiedad al acabar las obras. A todos, a libres y reclusos. Estos últimos, además, se beneficiaban del sistema de redención de penas por el trabajo.
De los testimonios de los reclusos, es reseñable que se habla siempre de una tolerancia tal que incluso sólo con una autorización verbal y "bajo compromiso de regreso", podían acercarse los penados a las fiestas de los pueblos cercanos o al cine en El Escorial, desde unos campamentos de trabajo que no tenían muros o alambradas y en los que los presos vivían en casa fabricadas para ello.
Reseña aparte merecería la fuga de un recién llegado Sánchez-Albornoz (sí, el historiador), quien no necesitó para ello más que echarse a andar campo a través un domingo por la mañana, junto a su compañero de fuga, tal y como hacían otros reclusos en sus desplazamientos, hasta El Escorial, donde habían quedado a tal efecto con un amigo acompañado por dos jóvenes americanas. Tras tomarse unas cervezas en un bar en la plaza del Ayuntamiento, continuaron con su "fuga" en el coche de una de las chicas. Ni tuvieron problemas en salir de un recinto sin vigilancia, ni los tuvieron para cartearse con su colaborador externo en la fuga, ni para llegar finalmente a Francia. Desde luego, nada que ver con el campo de concentración que nos han querido hacer ver que fue.
Una lectura muy recomendable, para la que será necesario disponer de tiempo para leerla, y pocos prejuicios para digerirla.
Lucio
De formación autodidacta, se convirtió en escritor famoso y apreciado, en pensador y analista político. Trabajó en distintos periódicos, de entre los más importantes de la época. Tras el desastre de Cuba, coincidió en el análisis de la situación de España con Unamuno o Joaquín Costa y su regeneracionismo, intentando no quedarse en la crítica sino extraer de ella enseñanzas en positivo.
La asociación TAS Raíces convoca el primer concurso juvenil literario Alfonso Paso.
Para acceder a las bases del concurso, haz clic aquí.